jueves

Lema orante semanal

INTENTO. INTEGRACIÓN. IMPOSICIÓN.

21 de setiembre de 2009
El intento es… una palabra… optimista, y a veces esperanzadora incluso, del hacer cotidiano.
En realidad, el intento es… algo que surge como necesidad de ir ejercitándose en el poder… ¡Y no solamente eso!, sino que, además, ejercitándose en la derrota.
Como culminación, el intento, implica el obsesivo y permanente deseo de hacer… la propia voluntad.
Las palabras, son consecuencia de un estilo de vivir; de una manera de concebir nuestra presencia en este lugar del Universo; de una actitud ante lo que nos rodea.
Se plantea, el intento, como ese afán de voluntad, de insistencia, de perseverancia… que, al final, consigue… ¡lo que quería!
Un acontecimiento muy propio en las interrelaciones humanas, en que unos y otros “intentan”, sobre éste o sobre aquel, o sobre el otro, conseguir, lograr, tener, hacer… Y se crea el famoso refrán: “Que el que la sigue, ¡la consigue!”
¡No es así… como se expresa la Creación!
Los acontecimientos y los sucesos se expresan en lo que son, sin el afán de… intentar, si no con la manera, clara, de hacer.
Es frecuente también, escuchar esa frase de: “¡Lo he intentado todo, y no he conseguido nada, con esta persona!”
El intento se transforma así en un deseo, que quiere cumplirse, y que busca la manera de… ¡imponerse!
Quizás sea sutil la diferencia entre intentarlo… y hacerlo.
Pero, en el intento, está la vocación y la intención de lograr, conseguir, alcanzar.
En el hacer está la intención de expresarse, de mostrarse, de realizarse. No hay un objetivo “sobre”…, “por encima de”…
En el intento está el éxito y el fracaso; el ganador y el perdedor.
En el hacer, en el expresarse, no hay éxito, no hay fracaso, no hay ganador, no hay perdedor.
La integración, quizás, hoy, con el espíritu individualista… y el sentido sectario que, cada ser, ¡habitualmente! hace –salvo excepciones-, pensar en una integración, puede ser ¡prácticamente inútil!
Porque, o bien… “el nuevo”, trata de incorporar todo lo que ocurre –aún yendo en contra de sus criterios-; o bien, el grupo que le recibe, le impone unas condiciones.
Sin duda, en la medida en que, excepcionalmente, los elementos de un conjunto se integran, adquieren una naturaleza, una personalidad y una fuerza… ¡realmente significativas!
Es un tiempo de estabilidad, de progreso y de seguridad.
Pero sucede también que, los elementos que se tratan de integrar, lo hacen, bajo la condición de que se incorpore su individualidad... En cuyo caso, se produce perturbación, confusión, lucha, combate.
Lo propio, sin duda, es… el que, ante un posible conjunto, los elementos, aporten sus virtudes; aparten sus defectos; ¡conjuguen! sus virtudes; y desarrollen un sentir común.
De tal forma que, un sistema integrativo, debería de contemplar las cualidades individuales y el sentido corporativo, para, así, dar cauce a… lo excepcional y lo habitual.
Es posible, sin duda, la integración. Y, para eso están las comunidades, para buscar sistemas integrativos, que respondan al unísono. Como esas bandadas de pájaros, que se configuran uno a uno y forman otra figura distinta; y se mueven como si fueran un nuevo organismo. Igual pasa con determinadas especies de peces.
De la misma forma, en la especie de humanidad, cuando hay una catástrofe, un drama, es frecuente –muy frecuente- que, la ayuda, el aporte, la colaboración, sea casi inmediata. Es como un reflejo de especie. Y, cada uno… El bombero, es bombero; el policía, es policía; el carpintero, es carpintero… Y todos se integran, según la necesidad que requiera la catástrofe.
¡No es que siempre ocurra así, eh! Porque a veces es ¡otra catástrofe!, la que se instala después de una catástrofe; pretendiendo controlar, manejar o manipular la catástrofe.
Ocurre también que se desarrollan diferentes sistemas de integración que ¡compiten! entre sí. Lo cual, nos indica que son integraciones… sectarias –también llamadas nacionalistas o radicales-, que no tienen en cuenta el entorno… lo suficientemente amplio, como para pensar “humanidad”. Si no que, tan sólo tienen el entorno mediato e inmediato, para pensar en “combatividad”.
Imposición…
Es la forma habitual del comportamiento humano hoy, en el siglo veintiuno.
Es un ¡pulso permanente de fuerza!, para mostrar… el más fuerte.
Es, sin duda, un comportamiento guerrero… disimulado; pero de combate. Unos, lo hacen con una cierta elegancia; otros, con una cierta diplomacia; y, otros, con una cierta vulgaridad.
El asunto es tan claro en el pensamiento actual, que, como cada cual piensa que lo suyo, su concepción, su idea, ¡es la mejor!... pues, ¿qué más forma natural, que imponer la mejor idea?... ¡Los que no tengan esas ideas son infieles!
Como ven, este proceso es muy antiguo. Y la imposición se va haciendo, cada vez, más y más extensa; y más “propio-efectiva”, es decir, más incluida en el organigrama de el ser.
Hay situaciones, sin duda, de excepción… en las que existen sujetos o grupos que, ni imponen… ¡ni se dejan imponer!
Es un difícil equilibrio. Porque, también eso, implica una… forma de integración, pero… muy lábil. Y un hacer, ¡que, no siempre, es bien interpretado!
Así que, el modelo actual es la figura del “intentador permanente”, de “el desintegrado rebelde”, y del “impositor obstinado”…
¡Es el nuevo héroe!… Aquel que lo intenta y, ¡finalmente, lo consigue! Aquel, que se integra, ¡pero desintegra!, en donde se integra. Y aquel que, impone su voluntad porque, en realidad, “la verdad”, la encarna él….
Así, a ciencia cierta, no se conoce ningún intento de Dios para mejorar la humanidad.
Sí se sabe que, en la humanidad, la idea de lo Divino, está integrada plenamente.
Tampoco se tiene conocimiento de Imposiciones Divinas a los seres… Si no, más bien, imaginaciones de Divinidad, que tienen los seres.
La imposición, es un duro yugo espiritual, mental y anímico, en el que se educa habitualmente al sujeto, para decirle que, sin su fuerza impositiva, no será viable su existencia.
La interacción entre la materia viva, no tiene porqué ser necesariamente impositiva… Es más, creemos que es el peor camino, que se puede elegir. Porque, con él, se trae la destrucción, el desorden, el deterioro y la desaparición.
La vía del intercambio, la vía del compartir, la vía del ¡escuchar!…, la vía de ofrecer, la vía de servir… ¡no son!, habitualmente, impositivas.
En consecuencia, ¡sí hay! otras formas de relacionarse –la materia viva-, que no sea… en base a la imposición.
Se podría ensayar un comportarse sin intentos; un comportarse integrado; un comportarse… sin imposición.
Un ensayo, como el que va un día a la playa, a pasearse por la costa… Sin ninguna otra perspectiva, que no sea, “el cambiar de aires”.
¡Recojamos el sentido Divino del servicio, en lugar de la imposición!
¡Recojamos el sentido… ¡trascendente! de lo cotidiano, en lugar de la desintegración!
¡Recojamos el hacer silencioso…, gratificante…, sin el intento ganador!

Ámen.
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miércoles

Lema orante semanal

REVELACIÓN, EMOCIÓN, CONMOCIÓN, IGNORANCIA.
14 de setiembre de 2009

Somos como cámaras oscuras donde penetran continuamente impactos de luz creadora, pero no revelamos. No revelamos ese impacto y, así, todo nos parece oscuro. Una oscuridad que no es de Universo sino de ignorancia.
Recluidos en la propia cámara oscura, se termina convenciendo el ser de que ése es su habitáculo natural.
Sí, le han hablado o ha escuchado algo de “revelar”, pero es una inquietud tibia. Falta la emoción, la conmoción de sentirse sorprendido por los pequeños o grandes acontecimientos.
Y se siguen disparando fotogramas una y otra vez sobre ese ser de vacío, de recursos, de posibilidades, pero que se ha recogido, se ha plegado en su oscuridad gris. No se atreve o… o en su indiferencia de aburrido, no se atreve a revelar lo que llega, lo que acontece, lo que casualmente sucede. Establece un código de interpretación de lo cotidiano y con eso se siente completado, halagado, equilibrado.
Y otra cosa es su creencia, su… su experiencia espiritual, la que realmente ocupa en su cámara oscura apenas un recuerdo de leyenda.
Es similar a esa postura en la que, cuando aparece un conflicto, una dificultad, una inconveniencia, la persona sensata, equilibrada, inteligente, trata por sus medios de solucionar esa pena, esa preocupación. Y así lo expresa. Y cuando no ha podido más, también nos expresa: “Y he recurrido a la oración para… pero nada, tampoco…”
“He recurrido a la oración, pero nada, tampoco”… ¿Y qué esperaba? ¿Que iba a estar allí Santa Klaus o Papa Noel, para darle la pastilla o la sentencia de cómo resolver sus incomodidades? ¿Esa es la idea y la vivencia que de lo Divino se tiene? Ese señor y esa señora circunspectos, serios, equilibrados, acomodados, sensatos, inteligentes, con la cabeza bien armada…
La historia sería: “Dios, el último recurso”.
Así se sucede y ocurre en la mayoría de las creencias. Y no es una cuestión de opiniones o puntos de vista, basta simplemente ver el comportarse del ser. ¿Se comporta según criterios que va revelando en referencia al sentido de lo Divino? ¿O realmente se comporta siguiendo los dictámenes de cultura, conocimiento, ciencia, entendimiento, razón, lógica?
Es evidente que este segundo aspecto domina de forma clara el hacer humano.
Es semejante a como cuando los ejércitos existen y se arman para garantizar la paz. ¿Qué clase de paz es ésa que hay que defenderla con pistolas, cañones y muertos? ¡Ah!, eso sí, los ejércitos tienen su capellán, su sacerdote, para que todo salga según las bendiciones de sus dioses.
No es –y eso es lo que nos resalta el orar de hoy-, no es prioritaria la preferencia del ser hacia su vinculación Divina. Ni siquiera en los radicalmente creyentes. Siempre, salvo excepciones, se emplea ese radicalismo para justificar el pensamiento razonable humano.
El interés, la renta, la egolatría, la atracción subyugante del poder, impide revelar la conmoción Divina de cada día, y hace al ser un absoluto ignorante.
Y cierto, cierto es que, si nos circunscribimos al secuestro oscuro y gris, la vida es así. Y responde a los parámetros con los que oficialmente y sabiamente, nos movemos.
¡Ah!, pero si por un descuido, la luz del diafragma impacta de tal forma que nos revela algo que no tiene sentido, pero que ocurre, entonces toda la arquitectura que el hombre había fabricado ya, carece de valor.
¿De qué le sirven al peregrino en el desierto sus riquezas, cuando tiene sed? No puede comprar agua en el grifo del desierto. ¿De qué le sirve su conocimiento, sabiduría y poder, cuando el dolor aprieta, cuando el sufrimiento cerca, cuando la enfermedad estruja? ¿De qué sirven los planes cuando salen mal?
De tanto insistir en la importancia personal, en el individualismo a ultranza, en el materialismo eficaz, se ha cerrado el espacio hacia Dios. Apenas una tibia rendija, una pequeña oquedad, queda como… como un suspiro lejano, lejos… Ese suspiro lejano que decía “Amarás a tu Dios con toda tu voluntad, con toda… con toda… con toda…”
No, esa experiencia conmocionante, emocionante, de esa relación, ha sido sustituida por el amor al perro, el amor al gato, el amor a papá, a mamá, al cigarrillo, a la cerveza, a la juerga… cualquier morcilla, es amor.
La experiencia en lo Divino, no como experiencia de tiempo largo y edad, sino la experiencia, el haber vivido instantes –uno- en lo Divino, nos lleva a referenciarnos en todo hacia esa conmoción que, por añadidura, nos da ese amor hacia el entorno, como el amor que nos tenemos hacia nuestra identidad.
Y, desde luego, no es esa conmoción-emoción hacia lo revelado, una labor de voluntad, de perseverancia… no, no, no. Eso es otro síntoma de vanidad y de poder. Es la actitud hacia la referencia de lo imprevisible, de lo inesperado, de lo sorprendente, de lo enamorado.
El creer, no es un empeño personal. Es una disposición, una orientación que nos hace percibir lo que no es propio. Si me oriento hacia el norte, veré las influencias del norte; si me oriento hacia el sur, veré las influencias del sur; si me oriento hacia el este, las del este; al oeste, las del oeste; si giro en torno a las orientaciones, veré unas fracciones de cada una. Si me oriento hacia mi ombligo, sólo veré mi ombligo.
Hay muchas formas de plantear la ignorancia, muchos niveles en los que podemos referenciarnos. Pero aquél que ignora –por actitud, por comportamiento, por inteligencia- su vinculación en la Creación, su comunión en lo Creado, quizás sea el verdadero ignorante. Y todo lo demás que sabe, no tenga valor en ese Universo. Quizá lo tenga en su barrio, en su cultura, en su entorno.
Nos emocionan -y hasta nos conmocionan- determinados momentos emotivos. Pero si se quedan en la causa y efecto de lo ocurrido, pronto se harán tibios y fríos. Si, en cambio, revelamos que su procedencia es un suspiro, un aliento, un poema de lo Desconocido, perdurará.
No se trata de ser un revelador oficial de Lo Divino. Sería otra muestra de poder.
Se trata de velar. De velar con lo sucedido, con lo que acontece en cada momento, y situarlo en la verdadera dimensión del Misterio: Aquella que nos hace sonreír sin saber por qué, pero nos llena, como cuando el amor nos llega. ¿Acaso sabe por qué el recién nacido, cuando termina de mamar, sonríe? ¿Sabe por qué sonríe? ¿Se lo ha planteado alguna vez? ¿O simplemente, en la sabiduría Divina, se entrega a la complacencia de su alimento?
Cualquier momento -por aquello de sentirnos en lo intemporal- es el apropiado para empezar a revelarse y a revelar lo que acontece.
¡YA!
También dejarse emocionar y conmocionar por lo que ha transcurrido y transcurre. Y sólo sentirse sabio ante el Misterio permanente.

Ten Piedad.

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martes

Lema orante semanal

REPETICIONES, INNOVACIONES, SORPRESAS.
7 de setiembre de 2009


Se podría decir que, el transcurrir de la vida se basa en una serie de repeticiones, de innovaciones y de sorpresas.
Así, también, cada oración supone... la repetición del acto de orar, de comunicarse; la innovación del sentido de la oración de ese día y la sorpresa de su contenido.
Es en base a la repetición que se da el fenómeno del aprendizaje.
Es en base a la innovación que aparecen los momentos evolutivos.
Es en base a la sorpresa… que aparecen las mutaciones.
Es como describir la Teoría Evolucionista… en base a esas tres palabras: repetición, innovación y sorpresa.
La Creación se repite… ¡incansablemente!
Introduce innovaciones en su relación con la vida.
Siempre nos sorprende.
Las tres situaciones: repetición, innovación y sorpresa, se dan simultáneamente. Y esto es extremadamente importante… –darse cuenta de ello-… puesto que es necesario un número de repeticiones para poder alcanzar el conocimiento; pero, también, si… no aparecen las innovaciones y las sorpresas, el excesivo número de repeticiones produce el deterioro.
¡Un mínimo de repeticiones!, pero… no sobrepasarse.
Un mínimo de innovaciones, pero… no atropellarse.
¡Un mínimo de sorpresas!... pero sin agobiarse.
Cada ser tiene su ritmo y sus frecuencias. Lo cual crea una biodiversidad muy compleja. Porque es fácil que, mientras unos estén en las repeticiones, otros estén en las sorpresas, y entonces... –aaaah-.
En la medida en que… las proporciones de repeticiones, innovaciones y sorpresas, se… se dan adecuadamente para cada ser, aparecen las improvisaciones.
Las improvisaciones suponen el aliento fresco en la repetición, de tal forma que… evita la monotonía.
Cada repetición, aunque… la misma palabra dice que es lo mismo, tiene un matiz… –y debemos buscarlo- que la hace diferente.
Cada repetición debe buscar –y lo necesita- el realizar… lo que esté repitiendo, de forma impecable.
La innovación supone recoger la experiencia de la repetición, y darle repentinamente un nuevo giro; una nueva versión.
Un nuevo giro; una nueva versión, en matices, en pequeñeces o… en generalidades.
La sorpresa es el imprevisible momento... Breve, intenso… y sorprendente. Impresiona y obliga al replanteamiento general de lo que se hace.
En la medida en que no se tiene miedo a repetir, pero se está atento a la innovación, ¡que… que ronda!, ¡que... que se acerca!, en esa medida no hay que temer a las repeticiones.
Como cada ser se constituye en un repetido, innovable y sorprendente portador de... su mensaje, tenemos que adecuarnos a esos movimientos y buscar engranarnos con ellos... Hacemos así, de la convivencia, un proceso impecable, renovador, imprevisible y creativo.
Que las repeticiones que se hacen costumbres, sean revisadas intensamente, para que no se hagan costumbres de obligación, sino que tengan… en cada ciclo, la suficiente innovación como para renovarse; la suficiente sorpresa, como para seguir siendo un reclamo de encuentro y de convivencia.
Dios se repite hasta que nos acostumbramos.
Cuando estamos acostumbrados, nos da una innovación.
Cuando creemos que lo hemos entendido, ¡nos sorprende!



Ámen.
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lunes

Lema orante semanal

PALABRAS, PRIVADO, PROPIEDAD.

31 de agosto de 2009

Palabras, privado, propiedad…
Las palabras… dicen que se las lleva el viento. En realidad… están en el viento. Permanecen entre nosotros. Todo lo que se dice, queda registrado y, en forma de eco, a nuestro alrededor.
El lenguaje, con sus palabras, ha constituido y constituye una posición privilegiada de especie. De ahí la importancia que se le debe de dar a lo que se dice… a lo que se ¡decide!
Y, aunque se diga que “del dicho al hecho hay un trecho”, como para reírse un poco de las palabras, hay que ejercitarse y ejecutar las palabras.
Aquel que trata de eludir las palabras, las decisiones, las propuestas… y las dilata, las alarga, se hace un flaco favor… Porque se quedará sin palabras, se quedará sin argumentos.
Aquellos que cumplen la palabra, aquellos que cumplen las decisiones, aquellos que son consecuentes con lo que se ¡dice!, esos conocerán el significado de las palabras… y se recrearán en ellas.

Recordando el prólogo de el Evangelio de San Juan, la palabra adquiere una trascendencia significativa.
“En el principio era la Palabra, y la Palabra era Dios”.
Sólo con esa frase…, ya, cada cual debería tener mucho cuidado con sus palabras, y con las palabras que deciden; y con las palabras que resuelven; y con las palabras que acuerdan.
Esas palabras, no se pueden cambiar así porque sí. Y donde dice digo, ahora digo Diego, y donde dije sí, ahora digo que no… No.
El rigor de las palabras y las decisiones que conllevan, debe mantenerse salvo excepciones ¡muy excepcionales! Si no, ¿qué valor tendría la palabra, si la palabra es Dios? ¿Qué valor le daríamos si cada instante –como suele ocurrir- se cambian, se modifican, se arreglan, se acomodan al gusto y el beneficio de cada uno?
Desde el sentido orante, en la medida en que ésta –la oración- se hace palabra, las palabras deben de ser respetadas, cumplidas… y realizadas.

Se sabe, sin duda, que habitualmente no es así, y es absolutamente todo lo contrario. Pero, si se está en el plano de lo creyente, en el plano de lo orante, hay que recuperar, con la práctica y con la actividad diaria, el valor de las palabras y de lo que se dice, para que su cumplimiento sea… ¡testimonial! Si cada palabra la conceptualizamos como una huella de Dios, nuestro sentido es seguir esas huellas.
PRIVADO… Ese estado de contracción que se secuestra dentro de la totalidad. Privado… Ese espacio que tan difícilmente se mantiene, teniendo en cuenta que se pertenece a una totalidad.
Para que lo privado tenga valor de… trascendencia, valor de evolución, necesita –necesita- ser absolutamente claro, sincero, auténtico. Y contemplar la totalidad en la que se encuentra.

Sin duda, llega a ser un arte el mantener lo privado dentro de lo público. Porque, habitualmente, lo privado hace un… recorte de lo público, hace una escondida ante lo público, hace un reto. Y esa no es la significación verídica de lo privado.

PROPIEDAD…
Apareció la propiedad privada y, obviamente, apareció también la propiedad pública. Ambas son propiedades. Y persiguen un beneficio para un grupo, para una comunidad, para unos individuos…
Se pasó –en la historia de la humanidad- de el compartir al apropiarse. Sin duda, fue un paso tremendo, ya que colocó a nuestra especie en unas posiciones de desigualdades terribles. Algunos estudios hablan incluso, desde apenas 6.000 años, de la aparición de ese crack. Y, con pruebas arqueológicas, se llega a la conclusión de que, sobre esa época –antes de esa época-, la convivencia de los seres humanos era compartir, compaginar, coincidir… No había propiedad.
Ese sentido propietarista, ha ido sectorizando y… secuestrando a cada ser en sus dominios, y estableciendo una relación de poder e, inevitablemente, de combate.

Palabras, hacia su cumplimiento.
Privacidad, hacia la sintonía de la totalidad.
Propietarismo, hacia… el compartir, el convivir.
No confundir propiedad con privacidad, por favor. Lo digo a nivel noruego… (Hay traducción al noruego).

En la palabra, vibra lo Divino.
Lo privado, es como un fractal, como un holograma de la totalidad.
La propiedad, como secuestro de la totalidad, no tiene sentido.

Ámen.
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viernes

Lema orante semanal

LA RECUPERACIÓN
24 de agosto de 2009


Vivimos en una humanidad que descubre cada día pérdidas en muy diferentes aspectos. Pérdida de recursos naturales, pérdida de utilización de aguas potables, pérdida de recursos culturales, pérdida de distribución de alimentos y un largo etcétera.

A estas pérdidas ¡cuantitativas!, valorables, materiales, se añaden pérdidas de ética, estética, de belleza, de moral, de... ecuanimidad, de permisividad...

La recuperación de algunos elementos o el simple replanteamiento de “estar” y de “hacer” de “otra forma” nos puede traer un mínimo de...de integridad, un mínimo de cohesión para no ¡perdernos! definitivamente en la disolución.

Recuperar, por ejemplo, la amabilidad, el respeto, la corrección, la convivencia.

La recuperación se convierte así en una tarea diaria y constante que busca compensar las pérdidas diarias y permanentes.

La tarea de recuperar parte, indudablemente, de la posición espiritual del ser, de su sentido anímico de la vida.

A través de la Creencia, de la Esperanza y de la Confianza, podemos empezar a promovernos, a través, o por medio, de... la oración, hacia estados de alerta que nos informen de lo que sucede, por una parte; y, que nos promocionen para la generación de acciones o decisiones o estrategias para no seguir en la pérdida sino estar en la recuperación.

En la medida en que nos sensibilizamos ante las pérdidas, la ¡necesidad! de recuperar va a ser una constante ¡diaria!

La recuperación forma parte inherente del ser, pero debe ajustarse a una acción rápida, eficaz y rigurosa.

En la cultura del ocio, del tiempo libre, de vacaciones, de tolerancia, es difícil, francamente difícil, recuperar la salud, recuperar la ética, recuperar la religiosidad...

Y esa dificultad se hace aún más difícil cuando sólo, sólo, se concentra la posibilidad recuperadora en la capacidad humana.

El adentrarnos a otros estados de consciencia generados por la meditación, la oración..., nos va a permitir descubrir y conectarnos a otras dimensiones de Fuerza, que al menos tengamos constancia de ellas y que éstas nos apoyen en nuestras escasas posibilidades humanas.

Como sanadores, se debe de recuperar esa dinámica del ánima del espíritu.

Y a la vez proponerle, inducirle y responsabilizar al enfermo, al doliente, al sufriente de la necesidad de restaurar, de restituir, de recuperar esa relación con la totalidad, esa conexión con lo que nos mantiene.

Replantearse la posición de FE que se tiene y en qué nivel se desenvuelve, debe de ser un medidor, un contador, de nuestra intención de recuperarnos.


Ámen
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Lema orante semanal

REPARAR
17 de agosto de 2009
Reparar... ocupa... muy diferentes momentos en la vida del ser.
Ocupa, por ejemplo, la actividad y las acciones para... arreglar, para mejorar lo pasado... Tiene, también -el reparar-, acción en el presente para aquellas torpezas, errores o... olvidos que son necesarios que no ocurran, para poder fluir libremente.
También, tiene prospección de futuro, cuando, al reparar un daño, esto o esta reparación, se realiza pensando en los posibles errores del futuro.
Sabemos, en términos genéricos, que la vida -como expresión biológica- necesita una reparación continuada.
Las reparaciones celulares, y las reparaciones de los equilibrios -de los finos equilibrios- de los organismos vivos, es algo imprescindible.
Reparar, también implica -implica- una actividad de mantener, de mantenimiento. Es decir, una reparación preventiva.
Como su sentido..... de palabra indica, RE-PARAR supone una actitud de tener en cuenta la pausa. RE-PARAR. PARAR en determinadas actividades, como pausa, para poder seguir y continuar... en el hacer debido.
De nuevo, nuestro organismo nos muestra, cómo precisamos de la pausa del sueño para mantener la vigilia, y cómo precisamos de la vigilia para dar paso a la pausa del sueño.
El latido del corazón tiene su pausa... La respiración tiene su pausa...
Ese reparar.... concentrando la atención en la pausa, es extremadamente importante... Porque la pausa permite el paso de un proceso a otro.
La pausa, como mecanismo integrante en la reparación, nos permite revisar, reevaluar, replantear.....
El reparar, también tiene otra fracción, pequeña pero significativa, y es el reparo. Reparo, como actitud de prudencia, de cuidado, de... medir en qué momento se puede intervenir o no....
La posición sanadora, incluye, de una manera constante, una actitud de reparar... el dolor, reparar... el sufrir, reparar... la contradicción, reparar.... la duda...
El que repara, el que está en la actitud de reparar, también depara, es decir, observa y contempla a su entorno, para ver en qué medida se puede interaccionarMEJOR con él.
Y en ese reparar, cuando llega la pausa, probablemente, ese momento de pausa, es el momento en el que lo Divino, lo extraordinario, lo Creacional, entra en nuestra capacidad improvisadora, en nuestros recursos creativos.... Es el silencio del Verbo Divino, el que ilumina a la pausa en esa reparación.

La actividad reparadora, supone una SU-PERACIÓN , y supone algo muy significativo en este siglo XXI, el no perder ese recurso recuperador ante la avalancha de... usar y tirar... usar y tirar....
Cada reparación es un suspiro hacia continuar con el aliento...
Cada reparación, es abrir la expectativa de la esperanza.
La consciencia reparadora, es una constante que nos permite manifestarnos de nuevo.
Es el mantenimiento de la oportunidad.
Es la opción de renovarse y... de habilitar al ser hacia nuevas perspectivas.
Supone una consciencia educativa que encuentra y, se sabe, con soluciones hacia cualquier situación.
Reparar, tiene, también, mucho de restituir, es decir, de procurar lograr los recursos, los medios, para dar cauce a todas la necesidades.

Repara mi alma lo Eterno,
y hace de mi ser
un enamorado permanente
que, con pausas,
se reclina ante lo Eterno.


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Lema orante semanal

CONSUMO. CONQUISTA. CONSECUENCIAS


10 de agosto de 2009


Los resortes de la ciencia… nos dicen que… somos material que se consume poco a poco, o deprisa –depende de las aficiones de cada uno-. Pero un material que, inevitablemente, por el gasto y el desgaste que supone el estar en esta dimensión, termina por consumir sus componentes y, en consecuencia, diluirse, disolverse, desaparecer.
Sabemos también, por el conocer, que existen ciclos vitales que se renuevan, se reciclan, se… recomponen, de una manera interactiva con el medio, de tal forma que son ciclos de pequeños componentes ¡que permanecen!


(Silencio)


Ese concepto o esa idea de desgaste, de agotamiento…, de disolución, está como muy presente; como una concepción… inamovible.
Y va a condicionar hasta tal punto la vida que, en el caso de la especie humana, lo incorpora a su… convivencia diaria; y el consumo se hace de una forma… habitual. De tal manera que se produce, se produce, se produce… para agotarlo, para agotarlo, para terminarlo.
Se va definiendo así, la vida, como una suerte de sumas. Que se suma a esto, a esto, a esto otro… Como el tener más, más, más… CON-SUMA, CON-SUMA…
La suma… La suma… ¡llena! La suma… agota el espacio.
Pareciera un mecanismo tan simple como decir: “Como me desgasto, me lleno. Para que, así, tarde más tiempo en consumirme… Cuanto más tenga, más valgo, y más duro.” Pero la cuestión, tan simple, no acaba ahí, sino que gran parte de lo que suman unos, es a costa de restar… al máximo, lo que tienen otros. Con lo cual, los otros, entran en un vacío… “existencial”.

(Silencio)


Muy probablemente, si el criterio conceptual no fuera de suma, de resta –un concepto dualista-, sino que fuera de… recambio, renovación, reciclaje, intercambio…; probablemente, el comportamiento estructural de la vida… ¡cambiaría!
Este sumar… y sumar del consumo, se expresa habitualmente en la palabra conquista. Conquista, que es ese acto de conseguir, de alcanzar, de lograr, de coger, de tener… algo que… no nos es propio, que no nos pertenece. Y, probablemente, si se fijan con un poco de detenimiento, se darán cuenta de que, justamente, la idea de conquista… ha sido el motor fundamental del “avance”… de los sistemas de fuerza y poder de la humanidad.


(Silencio)


Una actitud de conquista que… no… parece, ¡curiosamente!, tener límite. Se expande, la conquista, a la tierra, al mar, a la montaña, al cielo, a los mecanismos de la vida…; a todos los aspectos o áreas que nos puedan… ¡sumar!
¿Podría ser…? –pregunta-, ¿podría ser, compartir, colaborar, cooperar… en vez de conquistar?
Las consecuencias que, ese cálculo sumatorio de la vida –para que no se agote-, en base a la conquista de todo lo que haya alrededor… Las consecuencias son una… evidente y clara posición de deterioro, de incapacidad, de sufrimientos, de dolores…, de conflictos, de enfrentamientos, de guerras… Y todo, porque se pensó que, sumando y teniendo, menos se agotaba.

(Silencio)

Cada acción encaminada al consumo, a través de la conquista, trae como consecuencia un deterioro de lo que hay; una pérdida de identidad de los componentes de la vida; y, en consecuencia, un riesgo de su desaparición.


(Silencio)


Si modificamos el nivel de sumación… y resta, por el nivel de reciclaje, recambio, repuesto…, ciclo; y sustituimos, la conquista, por el intercambio, la cooperación, la solidaridad; probablemente, las consecuencias sean… acontecimientos que favorezcan la permanencia, que expandan las posibilidades de vida, que nos den… nuevas escalas evolutivas, que nos permitan ¡desarrollar!... los recursos, ¡ilimitados, que tiene el ser!


(Largo espacio de silencio)


Cuando la referencia de “con”… ¿con quién?... Cuando la referencia del “con”, se hace en torno… a La Creación… Cuando esto ocurre, la suma y la resta no es el recurso. Cuando esto ocurre, la conquista… no se consigue. Y, ¡en consecuencia!, al tener de referencia a Lo Divino, el comportarse, en lo estructural… ¡cambia radicalmente!


(Silencio)


Con… sentires…Con… cuidados…Con…sensuamos… Con…vertimos la secuencia de el viaje… ¡en lo Eterno!


Ámen.


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Lema orante semanal

COMUNICAR, AGRADECER, DEPURAR

3 de agosto de 2009

Aunque, en teoría, todos los aconteceres y los seres tienen un cierto nivel de comunicación, aún -en la mente de la especie de humanidad- no está esa idea asumida como una realidad cotidiana, sino que está asumida como una realidad parcial, voluntaria.
Al igual que ocurre en estructuras microscópicas -como podría ser el cerebro-, descubrimos una rica red de conexiones, de comunicaciones que… apenas, apenas sí manejamos algunas de ellas de forma consciente.
Podemos, incluso decir, que cada vez que se produce una acción –llamemos nueva-, se establece inmediatamente una comunicación, un contacto con diferentes entornos, de tal forma que no estamos aislados.
La vida se establece, como tal, merced a una rica conexión de acontecimientos, de sucesos… y todo ello forma un entramado denso y expansivo.
El AGRADECER constituye un estado de ánimo, por el cual, cada ser puede reconocer los diferentes servicios que recibe de diferentes niveles de la vida, desde su clima, su tierra, su cultivo… hasta las diferentes facilidades o agrados que les han motivado a las personas.
El agrado, el realizar en “agrado” como una actitud habitual, constituiría todo un… un acontecimiento especialmente llamativo de cara a las posibilidades de la especie.
A lo largo del roce que produce el nivel de consciencia de este tiempo de vida, el ser va acumulando –habitualmente- residuos y espesura, con lo cual precisa DEPURAR; depurar los sedimentos que bloquean y obstaculizan el libre fluir del pensar.
Depurar en busca de la pureza de lo que cada uno es, supone un acto de agradecimiento para facilitar las conexiones, las comunicaciones entre los diferentes seres.
El comunicarse humano se hace comunión en lo celeste.
El agradecimiento humano se hace agrado permanente por parte del Cielo.
La Creación se hace en estado puro; lo creado se convierte en impuro. De ahí la necesidad de depurar de forma permanente. Y en la medida en que asumimos comunicar como un proceso prioritario, en esa forma y en esa manera podremos depurar y sentirnos en el agrado.
En la medida en que el ser se convierte en un vaso comunicante, por sus seres trascurren todas las informaciones de los planos de la vida. En la medida en que se convierte en un individualista sectario, tan sólo trascurre su propia información, se deforma y deja de crecer.
El agrado, es decir, la disposición de ensamblarse, de mo-dularse, de ¡sin-tonizarse! con toda la dinámica creadora, debe ser todo un proyecto a realizar de forma constante.
En la medida en que se depura y se desprende lo innecesario, reluce lo puro.
Depurado el ser, la conversión en agrado es casi inmediata. Y, de igual forma, se produce un conversión hacia comunicar, contactar con toda la amplitud posible a lo que le rodea.
Es una necesidad -en este periodo en el que está la humanidad, siglo XXI- promover los recursos que se tienen como especie, en el sentido de purificar sus posibilidades, en el sentido de agradecer sus estados y en el aspecto de ser un gran comunicador, con lo cual puede sintonizar a todas las formas de vida, que ya lo están, pero tomar consciencia de ello para amplificar su nivel de consciencia.

Ámen.
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Lema orante semanal

PESAR, CONFIAR, ESPERANZAR
27 de julio de 2009

PESAR, ese estado… de ánimo en el que todo adquiere un volumen, un peso específico, un… una llenura que se hace dura, difícil, incómoda.
A veces pareciera –pareciera- que somos un gran vacío que, a lo largo de la vida, se va llenando y va pesando cada vez más. Empezó ligero y fluido y luego se fue haciendo denso y espeso. Quizás por no saber digerir, por no saber guardar… algo no se sabrá hacer bien para que el vacío fructífero, la vacuidad creadora, evite que el ser se convierta en un cúmulo de pesares.
También, sin duda, tiene que ver el criterio, el concepto que cada cual se hace de una situación. En la medida en que las cosas transcurren según esas coordenadas, todo va bien, no hay pesar. Pero, en la medida en que alguna de las coordenadas fallan, se hacen diferentes, no están bien… aparece el pesar.
También el pesar constituye, en ocasiones, un momento desesperado. Un momento de incapacidad para… para actuar, para estar, para colaborar, para…
También los pesares se gestan en ocasiones con largo recorrido. Posturas ante la vida que… que sólo contemplan el lado denso, el lado inexplicable, el lado desagradable.
En la medida en que los pesares se hacen espacio, se asientan y se repiten, e invitan a otros, en esa medida se va arrinconando, se le van secuestrando a la esperanza sus capacidades de volar, de la fe, del que sabe esperar. Y, poco a poco con más frecuencia, ese pesar termina por hacerse, preferentemente, el más revulsivo de todos.
Las esperanzas se vuelven tenues, tímidas, lánguidas. Parece, a veces, que nunca existieron. Y, en ocasiones, el pesar es tan contundente que pareciera que hubieran exterminado a la esperanza.
La esperanza es como el gran reclamo, que puede ser conturbado, puede ser golpeado, puede ser insultado, incluso. Pero, cuando está, cuando es, nada de eso aminora su fuerza. La fuerza de la esperanza es la que habilita al ser hacia otras fuerzas, hacia la referencia de otras referencias, hacia la posibilidad de encuentro con capacidades propias, que haga del pesar una ofensa, una ofensa que se puede aclarar, que se puede conversar, que se puede indagar, que se puede investigar.
El confiar es la parte más pragmática, más ejercitante de la esperanza, que es la nube global que anuncia la lluvia, mientras que la confianza es el disfrute concreto del hecho, de la lluvia y su utilidad.
Ese confiar, es como… el regalo que da la vida, que nos fía. Tenemos una deuda que saldar, y la vida nos la fía. Sabe esperar, aguarda a que podamos devolver.
Estamos en tiempos de esa palabra enorme: de “crisis”, que todo se hace pesar, todo tiende a hacerse pesado. Y todo parece indicar que tenemos que llevar la carga, más allá de la que podemos soportar.
No es así. Pero en el desespero, todo se puede ver con ópticas destrozantes.
Hay pérdida de confianza al consumidor, hay pérdida de esperanza para el futuro… Todo se hace pérdida menos las ganancias de los pesares, que ganan y ganan y ganan espacio. Y se anulan, se anulan y se anulan, en la búsqueda de soluciones. O se aguarda y se aguarda, y se aumenta el pesar esperando que alguien solucione.
También existe un mecanismo según el cual -no es habitual- según el cual, al aparecer el pesar, se triplica la esperanza y… y se ejercita y se pragmatiza la confianza.
La vida se gesta en diferentes niveles del universo. Es un signo de esperanza permanente. Es una muestra de confianza de Lo Eterno.
Los pesares, son gestos, gesticulaciones que elaboran las filosofías del hombre, cuando tratan sistemáticamente de cambiar los designios, las decisiones, las imprevisibilidades de la Creación. Ahí se puede producir una fractura importante, que hace del hombre un ser desesperado, desesperanzado, desconfiado…. Más o menos como camina hoy en día.
Somos seres de constitución esperanzadora. Y la prueba de ello es el afán que se pone en cada día.
No somos pesares andantes. Sí, sí se es una especie que tiene que ganarse más confianza dentro del espacio vital.
Generar la suficiente confianza y elaborar las suficientes ideas como para seguir cimentando y retroalimentando la esperanza, y haciendo del pesar, un mero tránsito ocasional.