viernes

LEMA ORANTE SEMANAL

.OFRECER. EXPRESAR. INTEGRAR .       

23 de marzo de 2009

El ofrecer, el ofrecerse, puede ir desde una pugna por una compra o una venta: ¿Cuánto ofrecen por este saco de patatas? ¿Cuánto ofrecen por esta casa? ¿Cuánto ofrecen…? Y ser una simple estrategia de venta y compra, hasta alcanzar el ofrecer, el ofrecerse, una ofrenda. Es decir, un… una muestra hacia lo misterioso, hacia lo reconocidamente valioso, hacia lo Divino -si estamos ahora en tiempo orante-.

Ofrecerse, también implica o, puede implicar, una disposición a… a colaborar, a participar, a opinar.

En realidad, si se fijan, inevitablemente, el hecho de convivir nos empuja a ofrecer algo de nosotros mismos a nuestro entorno. No podemos quedarnos con todo lo que somos y con todo lo que podemos hacer... Inevitablemente, hay un mínimo… mínimo intercambio que, hoy por hoy, es realmente mínimo. Y los ofrecimientos y el ofrecerse de cada cual es, lo justo, lo justo y lo necesario para tener un máximo rendimiento, un máximo beneficio.

Y ofrezco 30 por el saco de patatas porque lo voy a vender a noventa, por ejemplo.  

La sugerencia orante nos… nos señala la posibilidad de que, en esta… en este tiempo que sigue ahora, en esta semana orante, podamos estar en disposición de ser una ofrenda.

Y ser una ofrenda es disponerse a ofrecerse, según lo que uno sabe y conoce, según lo que otros pueden demandar o necesitar.  

No es ninguna heroicidad, no es tampoco ningún voto, ni ningún juramento, ni… ni ninguna promesa, no; es, simplemente, dar cauce a lo que, en realidad, es un ser humano: Una ofrenda.

La Creación ha querido que cada ser que existe esté ahí, y como tal, es una ofrenda a la vida. Tiene una serie de recursos, de posibilidades, de… de aptitudes, de dones que la vida le ha dado, y que… que tiende a… a expresarlos. Eso, va unido… va unida la ofrenda, el ofrecerse, con expresarse.

Y a la vez que me ofrendo, me ofrezco, me expreso en lo que vivo, en lo que siento, en lo que soy. Aunque… aunque el miedo de esta cultura, el miedo de esta sociedad nos diga: “¡Uy, cualquiera se expresa, cualquiera se expresa…! ¿Y si luego toman represalias?, y si luego… y si luego…”

¿Es que acaso los que incluso toman represalias no se expresan?

La expresión es una situación igualmente inevitable. Quedan dos opciones o expresarse o no expresarse.

Las condiciones para expresarse: Con respeto. Con respeto.  

El no expresarse impide, dificulta, y bloquea seriamente las posibilidades de los demás. Porque no saben, suponen, creen, que el otro es así o asao, y no, no; no se ha expresado.

“¡Es que le cuesta mucho expresarse!”

Bueno, ya le pagaremos para que se exprese; le rebajaremos impuestos.

Porque esa es una justificación muy habitual:

-Es que me cuesta mucho.

-¿Le cuesta mucho?... ¿Tan caro es?  

Lo que hay detrás de ese “costar mucho” es complejos, inferioridades, miedos. ¿Y quién no?

En la medida en que el ser se expresa y es conocido, y entre todos se conocen y se ofrecen, vamos integrando, es decir, incorporando lo más... valioso, lo más importante, lo más llamativo, lo más significativo de lo que vamos encontrando, de con quién nos vamos relacionando.

Y, en la medida en que nos integramos, la comprensión, la convivencia, la solidaridad, es… fácil, no hay que proponérselo, no hay que anunciarlo, no hay que pedir… ayuda; ésta viene. No hay que pedir… auxilio, éste llega.

Pero, cuidado, no confundir eso con la soberbia, y el orgullo y la vanidad de cada uno, que espera que los demás sean sus esclavos... Nain.  

Para evitar error, ofrézcase.

Para evitar error, exprésese.

Para evitar error, intégrese.  

Todo ello evita que el ser sea un espectador de lo que hace aquél, de lo que hace el otro; un juzgador, un juez que juzga a aquél, que juzga al otro, que apunta a éste, que apunta al otro. Un castigador que impone penas a éste, impone penas al otro; que hoy saluda a éste, que hoy saludo al otro, que hoy quiere a éste, que mañana quiere al otro.  

Si en realidad, desde el sentido orante, se expresa la vida como un disfrute, un descubrimiento, una… incertidumbre grata, es decir, un no saber qué va a pasar pero, que pase lo que pase, va a ser gratificante, porque de ello voy a aprender, voy a descubrir. Pero, todo eso puede ocurrir en la medida que hay ofrecimientos, comunicaciones, integraciones, si no, no ocurre. Si no, la vida se vuelve cerrada, de monedas de cambio de esto por aquello; se hace insonora: Nadie escucha a nadie, ¿para qué?

Y, obviamente, el sujeto tiende a no integrase en ninguna actividad, no vaya a ser que…. ¿Qué?... ¿No vaya a ser qué…?

Hoy se dirá o se dice: “No quiero perder mi individualidad, mi independencia”... Pero, si la individualidad y la independencia no se pueden perder; lo que se pierde es el dinero en los bancos. Eso no se puede perder; lo que es cada uno no se puede perder. Esa frase es absolutamente inexacta.

El creer que por colaborar, por ser solidario, por… “voy a perder”… Ya sólo el plantearlo es enormemente egoísta. Dice: “Conmigo no contéis para nada ¡eh! Porque no quiero perder mi independencia”.

Bien vale. Oye, ¿quién paga tu independencia? Alguien la pagará ¿no? Con ése sí cuentas, ¿no?  

Queramos o no, somos seres sociales, pertenecemos a una especie y, si realmente queremos desarrollarnos como tal, tenemos que ir cumpliendo una serie de aspectos fundamentales para poder hacer de la vida un disfrute y no una ¡calamidad!  

El diseño humano está específicamente delineado para disfrutar de todo. Ahora bien, si el sujeto se vuelve raquítico, esquelético, retraído, compungido, extraño, no confía, no se fía, pues, se quedará nadando en su propio sudor, en sus lánguidas lágrimas; no tendrá otra agua en qué refrescarse. Y, obviamente, considerará a todos, a todos los que no sean él mismo, como un horror, como un error, como un terror.

Pero, ése no es el diseño que se ha elaborado en la Creación. Porque, a pesar de radicalizarse cada vez más en lo individual, en lo selecto, en lo racista, en lo partidista, a pesar de eso, la humanidad continúa, como especie, como posibilidad y como recursos… A pesar de eso.

  En consecuencia, si nos quitáramos ese pesar, la vida sería lo que en diseño está: fluida, alegre, ligera, compartida, congeniada, deslumbrante, sorprendente. Y todo eso puede ser que se dé y que ocurra, cuando el ser de manera orante se lo propone, como la sugerencia que ahora hacemos: Ofrecerse, expresarse, integrarse, en el día a día que se tiene.

Y poder comprobar que, a pesar… a pesar de las dificultades, de los inconvenientes, los otros también son… seres humanos, también se ofrecen, también trasmiten, también se expresan, también quieren integrase. Y, con sorpresa, se puede descubrir que es mucho más gozoso el estar en esa onda de integrarse, de expresarse, de ofrecerse.

-¡A ver! ¿Alguien se ofrece?

-Yo.

-Ya está, no hay que pensar más.

-Pero, si no has escuchado para que…

Dice:

-No importa, habrá alguna necesidad, alguna cosa…

-Para limpiar los zapatos de toda la comunidad.

-¡Joh macho! ¡Fíjate lo que te ha tocado! ¡Hay que ver, eso te pasa por no escuchar! Hay que esperar a ver si es bueno, a ver si es malo.  

Boberías.

Todos esos comentarios son racistas, rácanos, rateros, ruines. Porque te toque lo que toque, el hecho de ofrecerse y de realizarse es un disfrute propio y ajeno.

¿Y qué será cuando después de haber limpiado todos los zapatos, y llegue la hora de la cena o de la fiesta o… y todo el mundo tenga zapatos limpios? ¿Se lo imaginan? Hay que imaginárselo, ¿eh? Pues, qué maravilla ¿no?

Todo el mundo:

-Oye ¿sabes que estoy mejor con los zapatos limpios; incluso estoy mejor con zapatos que sin ellos?  

Existen siempre en nuestro entorno, cercano o lejano, necesidades… siempre.

En la medida en que el ser es una ofrenda, se ofrece cuando es requerido, reclamado. También todos tienen que hacer una posición determinada, no se trata de ir corriendo a resolver la dificultad del otro, no, el otro tiene que saber expresarse en su situación.

Porque si no, también se corre el riesgo de a fuerza de ofrecerse, aniquilar al necesitado, hacerle inútil; como ocurre con todas las colonizaciones, con todas las ayudas, que, en realidad, no son ayudas, son formas de hacer incapaces a los demás. Es dar un pez, no enseñar a pescar. Lo importante es enseñar a pescar porque así no te necesitarán.

No me muestres una melodía bonita que has compuesto o que sabes, enséñame a tocarla, enséñame a hacerlo, así siempre tendré melodías, propias y ajenas.

En consecuencia, también a la hora de ofrecerse, hay que saber escuchar las llamadas, y tener mucho cuidado en no servir a llamadas egoístas, porque si no la ofrenda se destruye, el ofrecimiento se deteriora.

Pero, saberse ofrenda como relacionado en lo Divino, ya nos debe de dar un aliento de… de posibilidades que, aunque pensemos que poco sabemos, poco tenemos…

-¿Qué puedo hacer yo?

-Algo seguro.

-¿Por qué seguro? Porque existes, porque estás vivo.  

Y existir y estar vivo, supone una ofrenda en la Creación.

Y no me puedo negar a ejercitarme en esa actitud de ofrecimiento, porque es parte innata de mí. A la vez que expreso lo que pienso, lo que siento, lo que me gusta, lo que me disgusta, lo que me gustaría hacer o ser.

Amplificar el sistema comunicante de lo vivo que está sectorizado, que está parcializado, que está partido.

En la medida en que me integro en el otro y el otro se integra en mí, constituimos un nuevo ser, un nuevo ser a nivel individual de cada uno, y un nuevo ser a nivel global, a nivel Universal.

Ahí el ser se puede dar cuenta de su capacidad creadora, recreadora, creativa.  

Un ser, una ofrenda.

Un ser una expresión.

Un ser una integración.  

Todo ello recombinado, amplifica las posibilidades de cada ser y de todos los seres. No nos neguemos esa opción, que está necesitada la especie para recobrar su alegría, su pundonor, su estética, su honor.  

Podemos disponernos esta semana a ser un ofrecimiento, una expresión, dejarnos que nos conozcan un poco más, un poco… Integrarnos un poco más en la actividad, en la función en el desarrollo que se hace alrededor nuestro. Nunca se va a perder.

¿Acaso la Creación no se nos ofrece?

¿Acaso la Creación no se nos expresa?

¿Acaso la Creación no se integra en… lo que llamamos vida, para que todo ello dé testimonio de la Fuerza Creadora?  

En consecuencia, ¿no podría cada ser, ser una ofrenda, una expresión digna, una integración activa, generadora?  

No solamente es posible, sino que es necesario y además urgente.

 

Ámen.