viernes

Lema orante semanal

COMUNICAR, AGRADECER, DEPURAR

3 de agosto de 2009

Aunque, en teoría, todos los aconteceres y los seres tienen un cierto nivel de comunicación, aún -en la mente de la especie de humanidad- no está esa idea asumida como una realidad cotidiana, sino que está asumida como una realidad parcial, voluntaria.
Al igual que ocurre en estructuras microscópicas -como podría ser el cerebro-, descubrimos una rica red de conexiones, de comunicaciones que… apenas, apenas sí manejamos algunas de ellas de forma consciente.
Podemos, incluso decir, que cada vez que se produce una acción –llamemos nueva-, se establece inmediatamente una comunicación, un contacto con diferentes entornos, de tal forma que no estamos aislados.
La vida se establece, como tal, merced a una rica conexión de acontecimientos, de sucesos… y todo ello forma un entramado denso y expansivo.
El AGRADECER constituye un estado de ánimo, por el cual, cada ser puede reconocer los diferentes servicios que recibe de diferentes niveles de la vida, desde su clima, su tierra, su cultivo… hasta las diferentes facilidades o agrados que les han motivado a las personas.
El agrado, el realizar en “agrado” como una actitud habitual, constituiría todo un… un acontecimiento especialmente llamativo de cara a las posibilidades de la especie.
A lo largo del roce que produce el nivel de consciencia de este tiempo de vida, el ser va acumulando –habitualmente- residuos y espesura, con lo cual precisa DEPURAR; depurar los sedimentos que bloquean y obstaculizan el libre fluir del pensar.
Depurar en busca de la pureza de lo que cada uno es, supone un acto de agradecimiento para facilitar las conexiones, las comunicaciones entre los diferentes seres.
El comunicarse humano se hace comunión en lo celeste.
El agradecimiento humano se hace agrado permanente por parte del Cielo.
La Creación se hace en estado puro; lo creado se convierte en impuro. De ahí la necesidad de depurar de forma permanente. Y en la medida en que asumimos comunicar como un proceso prioritario, en esa forma y en esa manera podremos depurar y sentirnos en el agrado.
En la medida en que el ser se convierte en un vaso comunicante, por sus seres trascurren todas las informaciones de los planos de la vida. En la medida en que se convierte en un individualista sectario, tan sólo trascurre su propia información, se deforma y deja de crecer.
El agrado, es decir, la disposición de ensamblarse, de mo-dularse, de ¡sin-tonizarse! con toda la dinámica creadora, debe ser todo un proyecto a realizar de forma constante.
En la medida en que se depura y se desprende lo innecesario, reluce lo puro.
Depurado el ser, la conversión en agrado es casi inmediata. Y, de igual forma, se produce un conversión hacia comunicar, contactar con toda la amplitud posible a lo que le rodea.
Es una necesidad -en este periodo en el que está la humanidad, siglo XXI- promover los recursos que se tienen como especie, en el sentido de purificar sus posibilidades, en el sentido de agradecer sus estados y en el aspecto de ser un gran comunicador, con lo cual puede sintonizar a todas las formas de vida, que ya lo están, pero tomar consciencia de ello para amplificar su nivel de consciencia.

Ámen.
***