lunes

Lema orante semanal

PALABRAS, PRIVADO, PROPIEDAD.

31 de agosto de 2009

Palabras, privado, propiedad…
Las palabras… dicen que se las lleva el viento. En realidad… están en el viento. Permanecen entre nosotros. Todo lo que se dice, queda registrado y, en forma de eco, a nuestro alrededor.
El lenguaje, con sus palabras, ha constituido y constituye una posición privilegiada de especie. De ahí la importancia que se le debe de dar a lo que se dice… a lo que se ¡decide!
Y, aunque se diga que “del dicho al hecho hay un trecho”, como para reírse un poco de las palabras, hay que ejercitarse y ejecutar las palabras.
Aquel que trata de eludir las palabras, las decisiones, las propuestas… y las dilata, las alarga, se hace un flaco favor… Porque se quedará sin palabras, se quedará sin argumentos.
Aquellos que cumplen la palabra, aquellos que cumplen las decisiones, aquellos que son consecuentes con lo que se ¡dice!, esos conocerán el significado de las palabras… y se recrearán en ellas.

Recordando el prólogo de el Evangelio de San Juan, la palabra adquiere una trascendencia significativa.
“En el principio era la Palabra, y la Palabra era Dios”.
Sólo con esa frase…, ya, cada cual debería tener mucho cuidado con sus palabras, y con las palabras que deciden; y con las palabras que resuelven; y con las palabras que acuerdan.
Esas palabras, no se pueden cambiar así porque sí. Y donde dice digo, ahora digo Diego, y donde dije sí, ahora digo que no… No.
El rigor de las palabras y las decisiones que conllevan, debe mantenerse salvo excepciones ¡muy excepcionales! Si no, ¿qué valor tendría la palabra, si la palabra es Dios? ¿Qué valor le daríamos si cada instante –como suele ocurrir- se cambian, se modifican, se arreglan, se acomodan al gusto y el beneficio de cada uno?
Desde el sentido orante, en la medida en que ésta –la oración- se hace palabra, las palabras deben de ser respetadas, cumplidas… y realizadas.

Se sabe, sin duda, que habitualmente no es así, y es absolutamente todo lo contrario. Pero, si se está en el plano de lo creyente, en el plano de lo orante, hay que recuperar, con la práctica y con la actividad diaria, el valor de las palabras y de lo que se dice, para que su cumplimiento sea… ¡testimonial! Si cada palabra la conceptualizamos como una huella de Dios, nuestro sentido es seguir esas huellas.
PRIVADO… Ese estado de contracción que se secuestra dentro de la totalidad. Privado… Ese espacio que tan difícilmente se mantiene, teniendo en cuenta que se pertenece a una totalidad.
Para que lo privado tenga valor de… trascendencia, valor de evolución, necesita –necesita- ser absolutamente claro, sincero, auténtico. Y contemplar la totalidad en la que se encuentra.

Sin duda, llega a ser un arte el mantener lo privado dentro de lo público. Porque, habitualmente, lo privado hace un… recorte de lo público, hace una escondida ante lo público, hace un reto. Y esa no es la significación verídica de lo privado.

PROPIEDAD…
Apareció la propiedad privada y, obviamente, apareció también la propiedad pública. Ambas son propiedades. Y persiguen un beneficio para un grupo, para una comunidad, para unos individuos…
Se pasó –en la historia de la humanidad- de el compartir al apropiarse. Sin duda, fue un paso tremendo, ya que colocó a nuestra especie en unas posiciones de desigualdades terribles. Algunos estudios hablan incluso, desde apenas 6.000 años, de la aparición de ese crack. Y, con pruebas arqueológicas, se llega a la conclusión de que, sobre esa época –antes de esa época-, la convivencia de los seres humanos era compartir, compaginar, coincidir… No había propiedad.
Ese sentido propietarista, ha ido sectorizando y… secuestrando a cada ser en sus dominios, y estableciendo una relación de poder e, inevitablemente, de combate.

Palabras, hacia su cumplimiento.
Privacidad, hacia la sintonía de la totalidad.
Propietarismo, hacia… el compartir, el convivir.
No confundir propiedad con privacidad, por favor. Lo digo a nivel noruego… (Hay traducción al noruego).

En la palabra, vibra lo Divino.
Lo privado, es como un fractal, como un holograma de la totalidad.
La propiedad, como secuestro de la totalidad, no tiene sentido.

Ámen.
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