domingo

Lema Orante Semanal

 

Evidenciar la Vida

5 de febrero de 2023

 

Nos llaman a orar, para que recordemos, recordemos… recordemos que somos testigos de un acontecer insólito: La vida.

Formamos parte de una Especie Vida que habita en los Universos, más allá de cualquier comprensión o capacitación que podamos desarrollar aquí.

Pero también aquí, en este lugar de Universo, palpita la Especie Vida, palpita la materia viviente humana; y su –por así decirlo- “oficio” es testimoniar esa evidencia.

Testificar que estoy ¡vivo!

Y, para ello, debo emitir la voz, gesticular mi presencia, expresar mi consciencia, clarificar mis intenciones, mostrar mi solidaria esencia... inevitable, ejercer las prioridades que garanticen… –que garanticen- el entusiasmo, la esperanza, la fidelidad.

Y en la medida en que estoy y atestiguo mi presencia, más allá de la huella del carnet, del papel...; más aquí, en la evidencia...



Es posible... es posible pasar, en vida, por la insignificancia del hacer. Es posible pasar, en vida, por la negativa a creer.

Pero nada será en balde.

Y aunque nada sea en balde, el recordar nuestra esencia universal... nos promueve para no decaer, no abandonar, no traicionar.

Ser ese fiel reflejo de un ama-necer... que inevitablemente llega, como la inevitable oscuridad del anochecer.



Si somos “evidencias testimoniales de una Creación”, en nuestro recuerdo de acción a través de la preexistencia-existencia debe ser una constante en la actitud.

No se puede dejar para luego. ¿Acaso se retrasa... la salida del sol? ¿Acaso se oculta a la llegada del invierno?



Cualquier elemento constituyente de vida testimonia su presencia. Y lo hace puntual. Y lo hace conforme a su capacidad.

No se oculta para más tarde.

Y es así que el ser de humanidad suele aplazar y aplazar sus... memorias; sus memorias sentidas, esas que testimonian lo que se siente, y que lo hacen con elegancia, prudencia, belleza, amabilidad.



Sí. Podemos ser tormenta y rayos, pero sabemos que somos también arcoíris.

Sí. Podemos ser sequía y... resquebrajadas tierras, pero también podemos inundar.

Aunque seamos extremos, buscamos el equilibrio. Ese equilibrio en el que el Arte de Vivir, el Arte de Amar, se escenifican con dulzura, con ternura, con sonrisas.

No guarda amarguras, ni rencores, ni pesares.



Sí. Además de nuestro recuerdo de... el pequeño transcurso, este recuerdo orante de habitantes de Universo que testifican el insólito acontecer de vivir, debe ser un prisma en el que nos veamos reflejados.



Podíamos preguntarnos:

¿Cómo testifico la vida?, ¿mi vida?

Soy testigo de un acontecer insólito en el Universo y... ¿y no deparo en su naturaleza?

¿O bien me han dado recursos, como el orar, para preguntarme por mi vivir?:

¿Cómo es tu vivir, criatura excepcional, única e irrepetible?



¿Qué calidad de amor... realizas?



¿Qué calidad de compromiso... ejercitan tus creencias?

¡Háblame!, ¡háblame!, vida humana, de tus experiencias.

Háblame de tu vivir sonriente y de tu dolor hiriente.



Pero, sobre todo, háblame de ti como unidad viviente, unidad latente… cargada de recursos, llena de recuerdos de Universos”.



Testigos somos de un acontecer. Y testimonios urgen para rehacerse, reconvertirse.


La Sensación Orante nos transmite la idea de que está cada vez más próxima... la testimonial decisión de sentirse lo que se es y de expresar a lo que se aspira.



Esa sensación de cercanía, de que la vida reclama –como entidad suprema-, a los integrantes de ese acontecer, que testifiquen su presencia, que testimonian sus creencias, que sinceren sus expresiones, que abandonen las apariencias...



Que acomoden sus proyecciones...

Que se entreguen a sus fidelidades, con la certeza de la ilusión, de la fantasía...; ¡con la convicción propia, y no ajena!



Sí. Por decirlo de otra forma: parecen acercarse los momentos en que nos pidan las cuentas.



Al menos, devolver en igual medida que lo que te dieron.



Mas bien sabes que te dieron... “ciento por uno”.



Parece anunciar, la Llamada Orante, una llamada para que la atención se despierte... y que la respuesta al testimonio se exprese.

Y verse dando... cien, cuando nos dieron uno.



Porque nos constituyeron, nos engendraron, nos trajeron, nos dieron de beber, de comer.

Nos dieron el habla, nos dieron los pasos... y nos hicieron descubrir.

Y aprendimos las letras... y supimos leer.



Y aprender… aprender a descubrir, y a hacer de nuestras experiencias un caudal... un caudal de bellezas, desechando lo inadecuado, lo inapropiado, lo vulgar, y acrecentándose en lo virtuoso, en lo generoso, en lo valioso, en lo excepcional...; en lo extraordinario...; ¡en el estar el día a día de forma original, y no quedarse recogido en “un día más”.


El transcurrir no espera.

Sí...

En punto hemos de estar, en la estación que nos corresponda.

Nos aguardan.

Nos necesitan y los necesitamos.



El Amparo está presente. El cobijo del cuido no se descuida.

La Providencia Fundamental... no escasea. De ahí que nuestra prosperidad deba ser evidente.



Evidenciar la Vida.





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