domingo

Lema Orante Semanal

 

Nuevos seres de causalidades, por las eternidades del Misterio Creador

12 de febrero de 2024


El humano proceder de las zonas de poder... extiende su hegemonía con el brazo armado, y con la violencia expresada en actitudes y palabras.

Por momentos pareciera que son justas las peticiones de unos y las de otros, con lo cual sería muy fácil hablar y resolver las diferencias. ¡Pero no es así!

El triunfo prevalece por encima de cualquier propuesta.

Y ese demoledor propósito guerrero, también podría interpretarse como ese destruir lo... lo caduco, lo inútil, lo inapropiado… Quizás haya algo de eso en el ánima con aspiraciones idealistas... guerreras.



La pólvora es hábil en su marcha.

Se encendió hace… hace mucho tiempo, cuando tan sólo era un juego.

Y luego se vio que explotaba y destruía.



En este clima, en este clima de violencia, guerra, poder… podemos –y es una advertencia de la Llamada Orante- pensar que: “¡Bueno!, eso ocurre allí, allá...”.

¡Atención!...

Que la alerta esté atenta.

Que la prevención se despierte.

Porque esa corriente de destrucción, exterminio, persecución, poder, dolor, está ¡ardiente!

Y de una simple envidia o rabia o discusión... puede encenderse una agresión.



Y es así que el orante cuida su testimonio; se alerta de sus entornos... y sabe esgrimir la bondad, la acogida, la complacencia, la amabilidad, sin dar pie a lo guerrero, a lo castigador, a lo perseguidor, a lo culpabilizador.



Porque lo violento necesita de una oposición de su “textura”.

Y es la más fácil actitud a desarrollar.



No predisponerse a la defensa, ante la evidencia de un posible ataque –del tipo que sea- sino, más bien, promoverse en la acogida, en la disposición de escuchar, de comprender, de entender.



Sí, es cierto. Sí, es cierto que hay momentos y circunstancias de una violencia desproporcionada.

En esos casos, la habilidad de la esquiva, la habilidad del silencio, la habilidad de... no enfrentamiento, la habilidad de la huida.



Y pensar; pensar en el sentir, que... el otro o los otros son de humano proceder. No... no son de otra naturaleza. Han desarrollado una naturaleza inapropiada.



Y justifican su “estar” con la violencia del poder y la destrucción. Y así poder hacer valer su importancia.



Todo ese semillero está distribuido en los estilos de vida que cotidianamente vivimos.

De ahí que la Llamada Orante nos haga esa advertencia.



Estamos en un vivir de pretensiones dominantes, incisivamente violentas..., por pensamiento, palabra, obra u omisión.

Una ley, una orden, una inspección, un control… son muestras claras de una progresiva legislación mutilante, arrogante.



Y, bajo el Sentido Orante, debemos desarrollar, ante todo ello, una actitud de bienvenida, de escucha.

De aguardar a la oportunidad de expresar nuestro parecer, nuestra visión.

De hacer ver que no somos enemigos a los que hay que vencer...; que no somos oponentes, ni peligro.



Y es así como… el testimonio se hace ¡fértil!; disponible y dispuesto a servir.



Sin ningún replanteamiento y sin ninguna duda: el idealismo de la creencia, el sentido de la búsqueda, la interpretación providencial, la confianza plena en nuestro estar... no admite valoración, no admite discusión. Se podrá ir más rápido, más lento, más quieto… pero se va. Se sigue.



Y en esa alerta y en esa atención, no crearemos ningún resentimiento.

Pocos consentimientos, pero… innecesarios enfrentamientos.



Todas las bondades que se puedan expresar son posiciones negociantes para calmar, para aspirar a conversiones, para promover nuevas realizaciones.

Pero nuestra relación con el Misterio Creador no es negociable. Descubrimos, en nuestro estar, en nuestro hacer, en nuestra práctica de visionarias sensaciones, meditadas propuestas, llamadas a orar que nos incitan a contemplar.

Todo ello nos promueve en esa referencia de lo Eterno. Y en esa promoción no hay negociación. No es necesaria. No es de ese plano.

Es por ello que, en la medida en que asumimos lo orante, lo meditativo, lo contemplativo, como elementos consustanciales a nuestra naturaleza, podremos guardar una posición –en esa atención y alerta- que nos permita continuar, proseguir, testimoniar. Y, en esa medida, ser de utilidad a los que en guerra, violencia, dominio y control están.

Porque, en esos planos, se agotan, se desesperan, se deprimen, se asolan. En cambio, cuando el nutriente ora, medita y contempla, descubre, aprende, se ve, se proyecta, ¡se promueve!

No genera angustia, ni ansiedad, ni soledad, ni tristeza. Más bien por el contrario, genera entusiasmo, reflexión, disposición y… una mutación transmutable como ser de misterio, como entidad mística.



Y en este magma en que nos toca transcurrir, el auxilio de la Llamada Orante nos arropa, nos cuida, nos orienta; nos da ese perfil amante de que podemos descubrir en nuestro interior y ejercitarnos en nuestro convivir.



Nos hacemos cuidadores sin rentas, auxiliadores sin méritos, disponibles sin arrogancia…; creyentes sin demandas...; virtuosos por servir.

Y con ello, ser motivos de alegrías, transmisores de entusiasmos, prometedores cumplidos, ¡cumplidores!



Nuevos seres de causalidades, por las eternidades del Misterio Creador.

 

 

 

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