jueves

Lema orante semanal

LLAMADA ORANTE
VOCACIÓN
25 de septiembre de 2011

El descubrir… la propia vocación…; el asumir… los riesgos de su… proyección…; y la consecución… de sus posibilidades vocacionales, pueden ser… aspectos… que, bajo el sentido orante, nos orienten… a propósito de un hacer y un estar, cotidianos.

Se pueden oír… multitud de… teorías, a propósito del despertar a una vocación: medio-ambientales… genéticas… culturales, sociales, políticas… económicas… ¡Pero!... con todas ellas –y jugando un papel- hay… –en la verdadera vocación, no en el turístico paseo por… gustos y… y banalidades- ¡hay algo más!... que le confiere a “el vocacional”… el sentirse… ¡entusiasmado!, ¡impresionado!...; gustoso, grato…; ¡enamorado de su estar!
Existe la sensación de… de estar “diseñado” para esa vocación.
¡Realmente es así!

Cada… diseño humano… de vocación… equivaldría a… una inspiración de Dios.

El hecho de existir… –bajo la visión orante- implica… un… recorrido; un… espacio, tiempo, lugar… ¡exclusivo… para esa vocación!
Esto es… extremadamente significativo –¡el darse cuenta!-, puesto que… ¡puede cambiar!... la actitud habitual con la que se… proyecta, se… ¡se ejercita!… la vocación.
“Los riesgos”.
Ciertamente, las sociedades humanas… tienden a la uniformidad…; tienden –por el manejo que hay sobre ellas- tienden a la estabilidad…; tienden a la quietud…; tienden al conservadurismo… Pero, a pesar de esa tendencia, se está hablando de seres humanos, ¡que tienen el potencial vocacional, también!
Seguramente, adormecido… aplanado… disconforme…

Ese… recibimiento… puede constituir un riesgo permanente ¡a la hora de expresar, de mostrar, de ejercitar!... esa vocación; ese… momento inspirado, divino.
Y, habitualmente –y aquí viene el aviso-, el vocacional, por su… pasión, por su… entusiasmo, por su…, empieza a chocar con… el estatismo… el aburguesamiento…
¡Craso… error!
¡Fácilmente se puede pasar, el vocacional, a un estado fanático!... en el que se trata de imponer o de… convencer o… o incluso castigar a los que no siguen la… ruta de su vocación.
Se identifica así… el miedo, como el principal… elemento que surge, que se defiende, ¡que ataca!... contraataca…, para poder ejercitar ¡y conseguir!... la realización vocacional.
En todo ese proceso… se pierden unidades de vocación; ¡se pierden!… planes de realización; ¡se pierden!… ilusiones; se pierden fantasías…
En realidad… la vocación se encuentra enmarañadamente envuelta… en un papel social que… que no facilita. Ciertamente, no facilita. Pero el hecho de que no facilite, no significa que… se confronte, se…
¡Precisamente!... –“precisa-mente”-, el vocacional… se da pronto cuenta… de que… su entorno no es… favorecedor, propulsor o… o propagador de… de una vocación que desborda…; ¡que corre!…; que… ¡se entusiasma!...
¡El riesgo de… confrontar!... ese sentido de inspiración divina, con… la concordancia, con la razón, con el acuerdo humano…, no es… el camino.
Hay que salvar… ese riesgo… con el ejercicio vocacional de las… “evidencias”.

“La consecución”.
Ser consecuente con esa vocación, ¡segundo a segundo!… del ejercicio… de esa tendencia –¡con el cuidado!... ¡con el arte!... con la finura… sin el desespero-…; esa posición nos va a evitar los riesgos de que… tantas y tantas… y miles de millones de cientos de millones de vocaciones –porque… en todos hay una- se queden… en un combate ¡que no les pertenece!; ¡que nos les corresponde!; que es un planteamiento… de ¡error!...


Conscientes… –un entorno… de miedo, un entorno de… no alternativas, un entorno de… ¡seguridad!-… conscientes de… ¡sus propias… vocaciones!... ¡Que no se dieron!, ¡que no se hicieron!... por, precisamente –“precisamente”-, ese enfrentamiento, esa pasión y ese… “desbordarse”… en la razón humana.
¡Ahjj! ¡Como si fuera el único mecanismo!... la sierra, ¡el serrucho! –¡lo que corta!-; ¡el martillo! –¡lo que golpea!-; el  cuchillo –¡lo que corta!, lo que sesga, ¡lo que degolla!-…
¡Sí! Ese magma… de cultura, de sociedad, de… costumbres, es consciente de sus… fracasos… ¡individuales y colectivos! Pero… lo asume como algo inevitable. No reconoce el error de haberse enfrentado a su medio, entonces… y en aquellos momentos.
¡Sí! ¡Claro que sí! ¡Sabemos de historias de personas que se enfrentaron y… y triunfaron! –sic-.
¡Triunfaron…?

El mostrar, ¡a través de las evidencias! –sin estridencias, ¡sin imposiciones!, ¡sin combates!-…, que la vocación se está  realizando. Aunque vengan “los perros del riesgo”, ¡que nos avisen, nos adviertan y nos amenacen!...
¡Son seres humanos!... Las evidencias… les harán… sonreír… por dentro; porque, en alguna manera…, se verán ¡reflejados!... ¡y reivindicados en sus frustraciones!...

¡Esa es la fuerza de las evidencias!… ¡Eso es lo conlleva… la consecución!... ¡Y “eso”!... es lo que… tiene la capacidad… ¡de contagiar… al acomodado!; de contagiar al adversario; de contagiar… al amedrentado; ¡de llamar la atención del… escondido!... ¡De animar!... al que tiene su vocación… ya rancia y… casi olvidada.

Esta visión orante, del ejercicio de la vocación, ¡ciertamente!... no es la habitual, como sabemos. ¡Es más!: cuando se ejercita algo así, se supone que es… una vocación banal, ¡sin fuerzas, sin… empuje!, porque no se le ha visto su altivez, su… expectación, su… ¡demanda!
¡Es que la vocación no es soberbia!; ¡es humilde! ¡Es que la vocación… no es vanidosa!; es sumisa.
Es que, la vocación, consciente de que… se ha encarnado –en el ser- un… suspiro divino…, es cuidadosa, es… ¡perseverante!, ¡constante!, ¡disciplinada!... ¡y evidente!
¡Sin temor!... Si ha de sufrir riesgos, que no sean por… provocación propia, sino más bien como reacción… del entorno.


El saber… ¡que se tiene ya diseñada una vereda!, un trayecto –exclusivo para ella-, la fe suficiente como para… saber… escuchar los… avisos… que evitan el enfrentamiento… … …, debe dar la suficiente fuerza… de adaptación…, de contundencia evidente… para que las consecuciones hablen por si mismas.


El hecho de “con-seguir”… implica… el saberse asistido… “¡con!”..., para poder ¡ir!...
Ese es el conseguir. ¡No son trofeos!... Ni siquiera premios o… o alabanzas.

“Complacen-cias”.


Hagamos… de la inspiración… vocacional… ¡un ejercicio de amor!... sin riesgos; una consecución… paulatina… ¡entusiasta!; ¡complaciente!...


***