lunes

Lema orante semanal

CONTACTOS, CONJUNTOS, PROPUESTAS.

23 de agosto de 2010

La vida es un contacto permanente. Todas sus manifestaciones se contactan con cuidado, con precisión, con puntualidad.
El sentido del tacto nos da una idea de proximidad; una idea de tocar… Pero nuestro tacto se amplifica con nuestra imaginación, y el contacto -también bajo el lema de la comunicación- se amplifica más allá de lo táctil.
También los contactos nos dan idea de influencia, cuando en el lenguaje coloquial se habla de los contactos que esta persona tiene con…, los contactos que alguien tiene con… Así los seres se influyen los unos en los otros, e inevitablemente se intercambian efectos.
Hoy se tiene la idea holística de que todos los componentes de
la Creación están contactados, si bien es cierto que somos conscientes de un pequeñísimo aspecto de esos contactos. Quizá por esa falta de amplificación, sería sugerente ir con “tacto” en nuestras relaciones, en nuestras comunicaciones, para así evitar el error.

El contacto no impide el perfil de cada ser, de cada unidad de vida, sino que más bien cada unidad de vida amplifica sus contactos y así descubre el desarrollo de sus posibilidades.

Las Fuerzas Creadoras que mantienen, que entretienen, que originan la vida, están en permanente contacto con todos los seres. Es buena práctica orante el descubrir -cada cual- en qué momento contactan con nosotros a través de la casualidad, de la intuición, de la suerte, de la fortuna, de la posibilidad…
La oración es una acción de contacto, siempre y cuando no sea una acción de exigencia o de promoción personal, o de búsqueda de “el mundo a mi manera”.

La vida surge como consecuencia de un conjunto de fuerzas que se contactan, se pliegan, se adaptan. No es el producto de un combate entre fuerzas en donde surge la victoriosa.
Los conjuntos forman estructuras capaces de amplificar y amplificar la vida del ser. Son circunstancias de supervivencia en las que los seres se juntan; es decir, su contacto se amplifica para dar una respuesta amplificada.

Sentirse conjunto, contactado, es descubrirse “EN” la trama del Universo.
Una trama con recursos de infinitos.
Una trama con posibilidades inagotables.
Situaciones que, si los seres tomaran consciencia de ello, no habría ni fronteras ni bloqueos ni dificultades, sino que siempre habría fluidos, siempre habría tránsitos…

Los diferentes contactos y conjuntos realizan sus propuestas en el vivir cotidiano, con objeto de desarrollar sus proyectos, ideas, sugerencias. En la medida en que los contactos, los conjuntos, han tenido en cuenta las “realidades creadoras”, en esa medida, las propuestas encuentran fortuna, suerte, resultados. Estas son circunstancias muy poco frecuentes. La mayoría de las veces, los conjuntos de humanidad, los contactos de humanidad, proponen en base a sus gustos, en base a sus necesidades, en base a sus proyectos, sin tener en cuenta las condiciones en las que se desarrolla la vida, y menos aún, a veces, sin tener en cuenta a los demás de la misma especie.
Fíjense cómo el hombre, a partir de un momento histórico, propone la relación, y las relaciones de contactos y conjuntos, en base a la fuerza del poder, en base a la imposición; y fíjense qué nivel de destrucción ha conseguido la especie… Increíble.
Y ha sido así, porque en la medida en que el ser suplanta, es decir, sustituye las Fuerzas que entretienen, mantienen y dan origen a la vida, y él se pone como antes que todo ello, y ordena y organiza, la resultante es una humanidad convulsa, una humanidad confusa, una humanidad repetitiva.

Las propuestas habituales, individualistas, que desdeñan los contactos o los imponen, desdeñan los conjuntos o los desprecian, no tienen cabida como vía de realización.
Desde el sentir orante, es decir, desde el sentir del contacto con
la Creación -el conjunto de lo Creado-, no es viable una propuesta individual, porque esta propuesta individual ha desechado todo lo que le rodea, se ha erigido en protagonista y, en realidad, lo que trata es de imponer a costa de todo su entorno. Es como decir -en el argot general-, “todos tiene que aguantar mis manías”.
Hay que diluir esas propuestas.
Hay que huir de esos proyectos.
Hay que dar un salto realmente de Universo, en el que nadie trate de imponer a otros sus proyectos, ideas, propuestas… Hay que aspirar a propuestas que sepan guardar el puesto que realmente se corresponde.

Las propuestas pretenciosas, que pretenden alcanzar una posición determinada no deben ser contempladas.
Vivimos en un conjunto y contactos de vidas en los que sistemáticamente se nos proponen –obligatoriamente- determinadas… para terminar con cualquier idea de futuro, de conjunto, realmente liberador.

La imposición violenta de pensamiento, de palabras, de acciones… la imposición surgida de una postura de poder, es el pan nuestro de cada día. ¡NO QUEREMOS ESE TIPO DE PAN!
EL ORANTE HA DE ASPIRAR A UN PAN QUE
LA CREACIÓN NOS PERMITE -Y NO A TODOS- CON GENEROSA BONDAD. AQUEL QUE VIENE CARGADO DE IMPOSICIÓN, DE MANDO, DE AUTORIDAD, NO SE QUIERE.

En algun momento, la voz de la búsqueda, la voz de la bondad, la voz del rigor, tiene que escucharse, para no permitir -¡sin prohibir!- expresiones de conjunto o de contacto que tratan de combatir, que tratan de imponer, que tratan de mandar.
En algún momento, la fe de lo impecable tiene que estar presente, y claramente identificada.
En el conjunto y en los contactos que aspiran a una propuesta liberadora, no caben los gritos, malas caras, rabias… No tienen lugar.
Menos aún tratar de provocar miedo. No es el Dios del miedo el que nos trajo a este plano de existencia. No es el Dios violento el que nos cuida, nos mantiene y nos entretiene. No es el Dios vengador, que nos castiga y nos persigue diariamente, el que ora con nosotros. En consecuencia, no se puede asumir como normal, como natural, actitudes y propuestas impuestas, de carácter, de genios, porque “la vida es así”. La vida no es así.

Debe ser una consigna orante el no permitir que le provoquen a uno miedo.
Debe ser una consigna orante que no haya ninguna propuesta que, por violencia, imponga su ley.
Y en la medida en que se consiente, retrocede la humanidad ¡tanto!, que ya probablemente no se acuerde de cómo se puede aspirar hacia Dios.

Es momento -y siempre ha sido, pero ahora es más urgente- es momento de propuestas constructivas.
Es momento de cumplir puntualidades.
Es momento de servir con responsabilidad.
¡Es momento de ofrecer algo diferente a lo que sistemáticamente y vulgarmente se nos impone!
Es momento de abandonar la vulgarísima actitud de violentar, maltratar, destrozar, y luego pedir perdón. Se acabó. Parece que la cuota de perdón se ha terminado.
Es la postura que sistemáticamente emplea el violador de derechos, el violador de conductas, el violador de afectos, el violador de humores, para justificar luego -con sus perdones- sus teóricas bondades.

Contactos, conjuntos y propuestas que, en el sentido orante, buscan la sintonía de crear, de creer, no de ganar, no de imponer…

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