domingo

Lema orante semanal

DEDUCIR, APLICAR, ENCARGAR.

26 de julio de 2010

Existe el método deductivo, según el cual se va siguiendo una serie de lógicas o razonamientos, causas y efectos, y se llega a de-ducir el porqué de una serie de acontecimientos. Por ejemplo, se deduce: muy probablemente, si una persona huele a pescado, que ha estado en una pescadería, o es ‘pescatero’ o… ¿o qué? Pues eso: “O….” ¡Ooh!
Con esa exclamación se quiere expresar que, a pesar del método deductivo, hay elementos o manifestaciones que se presentan, que no tienen una clara, contundente y evidente explicación.
¿Qué decir de el enfermar? En el que se dice:
-Pues tiene esto, tiene aquello, he deducido que padece una… Aplico, en consecuencia, un tratamiento A, B, C o…
-¿O qué?
-Es que no ha funcionado ni el A ni el B ni el C.
-Bien. ¿O….?
-No lo sé. Daremos por zanjada la cronicidad y… y la contundencia de que las cosas son de una manera. Punto y aparte.
El método ductivo no llega a deducir -valga la redundancia y la palabra en la definición- todas las posibilidades. El método deductivo -deducir- supone una serie de opciones. Pero no podemos quedarnos claros en ellas.

Probablemente, todos tengan la experiencia de haber deducido maravillosamente los porqués de algo, alguna vez -alguna vez-, y luego hayan descubierto que sus deducciones eran falsas. Porque no sabían este detalle, porque no sabían esto otro… y, sobre todo, -y sobre todo- cuando se deduce por los demás, es garrafal -de garrafa, es decir, algo que no tiene especificad, algo que vale guardar cualquier cosa-. Es muy frecuente en el pensamiento hispanohablante el deducir por otros: “Deduzco que estás así y asao’ porque te ha pasado esto y lo otro y tal…” te explican toda tu vida y tú no te lo habías explicado aún, no habías entendido nada. Ya, pero no te preocupes, ya habrá alguien que lo explicará… ¡te guste o no! Y, por supuesto, te llevará la contraria. Tú dirás:
-No, no, si…
-Comprendo que estés preocupado por este asunto…
-No, si no estoy preocupado…
-Sí, hombre sí, estás preocupado. Lo comprendo. He deducido claramente… deduzco que…
-Que no, que no estoy preocupado, en serio.
-Que sí, que sí, ¿cómo no vas a estar preocupado, si lo normal es estar preocupado?
-Ya, pero, no sé si será normal o no, pero deduces mal. Quiero decir, que no…
-Sí, hombre sí. Tú hazme caso. Tú es que no te das cuenta…

¡Ah!, no te das cuenta. Claro. Con eso ya se arregla todo. Alguien te dirá: “No te das cuenta”. Ya te ha declarado incapaz, inútil y, sobre todo, inservible. Ya empezará a pensar por ti, porque tú no te das cuenta. Ya alguien deduce por ti y aplica sus deducciones… para ti.
-Ay, qué bonito, qué alivio ¿no?
-Depende ¿verdad? A veces eso se llama suplantación, manipulación.

Conviene entrar en… en aspectos deductivos que RES-PETEN -por favor- que respeten la sensibilidad ajena, que no antepongan sistemáticamente las deducciones propias. Que, por un momento, si a alguien le duele algo, pues le escuchen.
-¡Pero ¿cómo te va a doler, hombre?! ¡¿Cómo te va a doler?!
-Mira, lo siento, pero me duele…
-Pero es imposible…
-Bueno…
-A ver, ¡deduzcamos! ¡¿Cómo te puede doler una cosa así?!
-No, tienes razón, tienes razón; no me duele.
Claro, finalmente tienes que ceder, ceder y ceder hasta que te declaren idiota… total. Poco a poco se te puede ir negando el derecho a decidir, y a que cada cual deduzca por qué las cosas o el sentir de uno u otro, en cosas simples, tiene que ser -al menos- escuchado.

El DOMINIO decide y deduce… sobre lo dominado.
Sería, al menos, interesante deducir lo que a cada cual le corresponde e intercambiar deducciones, cotejar deducciones, compartir deducciones, antes de obligar deducciones y deducir erróneamente.

El sentido orante nos puede orientar acerca de… las deducciones. Sí, y teniendo en cuenta no solamente las lógicas, las coherentes, las razonables, las de causa-efecto, sino otras. O… o… Esa famosa “o… o” que es la oración. “O…..”.
Y no se trata de aplicarla cuando fallan -no-, cuando fallan las anteriores formas deductivas. No, se aplica de entrada, junto con… para que así no haya racismos. Pero no perdemos la opción de deducir bajo la premisa de lo Divino, bajo la premisa de
la Creación, bajo la premisa de lo imprevisible.
Abramos la posibilidad de que lo que transcurre, lo que ocurre, lo que sucede, no tenga para nosotros una explicación, una deducción. Simplemente abrir la posibilidad. No pretender, obstinadamente, hacernos dueños de
la Creación, del Destino.
(
Largo silencio)
Podría ser que antes de deducir, tuviéramos… tuviéramos ante los hechos, las circunstancias -lo que sea menester deducir- tuviéramos un… un silencio, como para dar espacio a Dios. Incluso para decir “Adiós”:
“No quiero deducir, no quiero, adiós. Porque, a lo mejor, si deduzco, me puedo incluso enfadar o malhumorar o deprimir o entristecer. Y, ¿para qué?... No deduzco”.Es válida la posición. También hay que contemplarla y respetarla.

Nuestra segunda palabra era APLICAR.
Cuando se aplica “algo”, después de haber deducido “algo”, tenemos que… realizar un tipo de organización o de estrategia que tenga una operatividad hacia… todos. O, al menos, tenga esas miras, de que lo que se va a aplicar, el criterio, la opinión, el método, la sustancia, la actividad, estén en sintonía con… con las actividades de esas vidas, de ese tipo de vidas.
Las aplicaciones, con una frecuencia estremecedora, quedan en el limbo burocrático de la mente. O de la mente o… o de la “burrocracia” propiamente dicha, pero la mente se vuelve burócrata, entonces falta esto, ahora falta lo otro, ahora falta lo otro… y se ha deducido pero…
-Pero y, ¿por qué no lo aplicamos un poco?
-Ya, pero, espera que falta…. Me falta… Faltan….

Habrá… a lo largo y ancho de la humanidad actual, cientos de miles de millones de leyes, las cuales jamás se aplican. Y fueron creadas y diseñadas y deducidas para mejorar la calidad humana de la especie. Habrá, en cada persona, millones, millones, cuatrillones de sugerencias -o quizá menos- las cuales jamás se aplicarán, y nunca se aplicarán. Porque aplicarlas significa -o puede significar- imprudencia, incomodidad, mala cara, mal talante, incierto, incomprendido… entonces no apliquemos.
-Habrá que aplicarle un correctivo a ese comportamiento…
-No, déjalo, es que es así.
-Ya, pero ha roto toda la vajilla porque le faltaba un cigarro. No vamos a vivir para vajilla. O compramos la tabacalera.
-Ya, pero, total, han sido doscientos platos, cuatro soperas…
-Es verdad, total… con lo bien que se lo ha asado. ¿No podemos aplicarle algún artículo para ver si… no sé, si aprendiera a chuparse el dedo…? Por ejemplo. Tan socorrido en los infantes cuando no quieren chupete, o quieren mantener la teta eterna… ¿Por qué en vez de estar sometido a las leyes del mercado de tabacos y derivados, por qué no se auto-complace y se chupa el dedo? Bonito, barato… A veces se deseca un poco el dedo, se arruga, pero luego, en cuanto toma reposo, otra vez se pone bien. Además, hay tantos…. ¡diez! Medio paquete.
Buenísimo ¿eh?, buenísimo método. No hay que gastar en nicotina ni en voluntad: a ver si dejo de fumar, a ver si tal… y todo ese rollo de deplorable vulgaridad. “Que no puedo, es que no sé, que si tal, cual…” ¡Perdida de tiempo! ¡Chúpate el dedo, joder!

Además, como tiene su ventaja este método -que no era el objetivo, pero es una aplicación para la semana- tiene su ventaja porque como ahora no se puede fumar en casi ninguna parte, pues tienes que esconderte un poco. Entonces, tú te escondes un poquito en el baño, te chupas un poquito el dedo, aspiras, espiras y hasta puedes ver humo, hasta puedes llegar a ver humo.
Si alguien te dijera algo, tú primero di:
“No deduzcas por mi” Primer punto. Y segundo: “Cada uno fuma lo que puede y lo que quiere. ¿Vale? Yo fumo dedos...”Te pueden llamar loco y otras cosas, pero es fácil defenderse. “Yo tengo el valor de chuparme el dedo. Tú no. Tú te tienes que chupar… ese asqueroso que te da la tabacalera, o el más barato, para pudrirte mejor. Menos mal que eres europeo y civilizado.”

O sea que aplicares… es algo… difícil, como ser una persona aplicada. Se suele decir: “Qué persona más aplicada”, porque se concentra, se atiende, se… se dedica a lo que más o menos sabe o entiende o conoce. Se aplica y, en consecuencia, aprende, descubre, opina… Es decir, que la aplicación también puede ser sinónimo de aplicarse, de progresar adecuadamente. Como dicen las cursis notas de los profesores a la hora de evaluar a los alumnos: “Progresa adecuadamente”. ¡¿Qué coño es eso?! ¿Qué entiende usted por progreso, y adecuado, si yo lo veo cada vez más bruto y más burro desde que va al colegio?
Pero, como dice el refrán:
“Del dicho al hecho hay un trecho”. Pero a veces, más que un trecho, lo que hay es un abismo. El dicho sería la deducción, y el hecho la aplicación. O sea, abismos, ¿no?

Y sería… y sería bueno -es algo deducible- que aplicáramos circunstancialmente, elementos orantes a…
Por cierto, ¿cómo
la Creación aplica sus métodos para el desarrollo de la vida? ¿Con carbono, con nitrógeno, con… con qué más? ¿Qué aplicaciones prácticas tiene la selva, el bosque o el desierto? ¿Qué aplicaciones…?
Es decir, resulta que en este lugar del universo, en este planeta,
la Creación ha aplicado -después de deducir a su modo- determinados parámetros, y ha hecho posible que tengamos ese acontecer definido como vital o vida.
¡Ah!, ¿se aplican las teorías de
la Fuerza Creadora y merced a ellas se desarrollan…?
Sí, pero hay que tener cuidado con Darwin y sus amigos. Me explico. No, no se trata, ni muchísimo menos, de la guerra norteamericana de secesión entre creacionistas y darwinistas, no, no, no, no, por Dios. Eso es para… para esas comunidades que tienen esos problemas sexuales. Pero en comunidades con problemas sexuales diferentes -ejem-, eh… pues lo mejor, lo mejor, lo mejor es simplemente deducir que, si bien es cierto que las aplicaciones de la vida se han desarrollado de forma evolutiva, teniendo como patrón, así muy sorprendente, la mutación, eh… no es menos cierto que faltan eslabones explicativos, faltan deducciones… Porque las que hay son un tanto incómodas para dar una explicación total… Hasta Lamarck ha tenido que ser rehabilitado para poder explicar ciertos fenómenos, cuando ya estaba proscrito, enterrado y muerto.

O sea que… el vivir, el acontecimiento de… de aplicar, de aplicarme… cotidiana y diariamente, implica un inmiscuirme en lo evolutivo, en lo creativo.
Por cierto, para intentar zanjar asuntos: ¿La evolución no implica un grado importantísimo -sobre todo en la mutación- de creatividad, de creación? ¿Qué tal si llamamos a todo: Creación, y nos dejamos de…?

Podría ser…
Se mire como se mire, los procesos evolutivos desde el punto de vista de la especie, son procesos creativos, majestuosos, ¡impresionantes!

Hacerse por lo menos el propósito -no he dicho ¡firme! propósito, no, el propósito simplemente- el propósito de aplicar algo en lo que se cree, algo de lo que se ha deducido.
-He deducido que te amo.
-Bien. Aplícalo.
-Uyyyyy… uy… no sé…
-Entonces, ¿de qué coño te ha servido deducir…? Aplícalo.
-No…

Simplemente, en este torpe ejemplo que hemos puesto, decir que hay amores que matan. SIC. Podíamos haber puesto otro ejemplo, ¿verdad?, pero es que éste zanja el asunto y engloba a todos.

¿La tercera palabra era…? (pregunta el Maestro)
Encargar. (
Alguien responde).

Encargar.
-Quién se va a encargar…
-Ahhhh…
-Quién es el encargado de…
-Ahhhhhh…
-Quién…
-Ahhhhhhhh... Aaaaaaahhhhhh
-¡Tarzán… Tarzán es el encargado! Sí, sí, sí, sí ése es el encargado, Tarzán. Tarzán es el encargado. Encargado.

Claro, encargado, como dice su palabra bien dicha, es CARGAR, “en-car…” Te ponen la carga. Pero, pero, pero… pero, pero, pero, pero… esto no es tan sencillo como parece porque en primera instancia parece que nadie quiere encargarse de nada, pero hay sujetos que se encargan de todo. De casi todo. Con lo cual te evitan la posibilidad de que tú te encargues de algo.
Hay sujetos que suplantan encargados, y entonces, claro, el encargado de cantar resulta que ya no canta. El encargado de limpiar resulta que ya no limpia. Pero el que ha suplantado al que canta y al que limpia, ni canta ni limpia. Suele ocurrir… suele ocurrir.
¿Y quién es el encargado aquí de…? ¿Quién es el encargado? Sí… Y se solía decir “aaaaantes!. Ahora, aunque existe la figura del encargado, ehhhh, bueno… bueno… bueno…

Los enredos que surgen en los encargos son múltiples. Primero, casi nunca se entienden los encargos. Eso es muy curioso. Se habla, se reúnen. Porque mira que hay personas que se reúnen, ¿eh? ¡UAU…! horas y horas y horas… sí… uffff… y ¡días y días…! ¡pfaaaa!... Y luego, resulta que no, no se han enterado muy bien.
-¿Oye, pero no nos reunimos y encargamos… y… y dedujimos que era mejor que éste se encargara de aquello y éste…?
-Pues, yo no lo entendí así…
-Vaya…

Eso, como ustedes saben, es de una frecuencia abrumadora, pfff…

Sería bueno, ya que cada ser tiene el encargo de ser, de estar –como el verbo: ser y estar- tiene ese encargo… Ya es un encargo. “Soy y estoy porque hacía falta. Si no, no estaría ni sería”. ¿Qué, qué, qué, qué tal si… además de encargarse cada uno de lo que es y en donde está, se encargara de alguna cosilla más… o se preguntara: bueno, qué encargos tengo yo…? ¿De qué estoy encargado? Ahhhhhhhh… y… y también de paso –de paso- que cada uno se encargue de saber de qué se encargan los otros. ¡Algo! Si no, como dice el refrán también, unos por otros, la casa sin barrer.
-Pero, bueno, ¿quién es el encargado aquí de… de negocios?
-Fulanito.
-Ah, bueno, voy a hablar con Fulanito.

-Oye, quiero pedir hora para la consulta. ¿Quién es el encargado?
-Pues, mire, las encargadas son las secre-tarias.
-¿Ah, las de los secretos?
-Esas, esas justamente. Usted ha llamado al nueve, seis, nueve, treinta y ocho, setenta y seis, noventa.
-Sí
- ¿Para pedir hora?
-Sí.
- Pues, mire usted, llame a las horas en las están las secre-tarias.
-Pero, ¿usted no me podría dar hora?
-NO. Yo no me encargo de esto, porque si no me lo voy a cargar. La voy a apuntar a cualquier hora, en el sitio menos inapropiado. No tengo ni idea. Yo soy la señora de la ¡limpieza! ¿Vale? O soy el chico de los recados. Llame usted de diez a una y de cinco a siete.

Oye… Y el que tenga interés llamará a esas horas. Y a esas horas, la encargada… ¿Quién es la encargada? La secretaria. Estará: “Tian, buenos días, dígame… le atiende Alondra”. Amable, simpática, divertida. “¿Puede ser a las siete?” “No, mire a las siete no puede ser porque la doctora, el doctor no está. Es decir, venga a las cuatro”… No sé qué… la coloca dónde tiene que colocarla, para eso es la encargada.

También es típico de ustedes -lo reconocerán…-, en el pensamiento hispano-parlante que todo el mundo sabe de todo, todo el mundo es electricista, seleccionador de fútbol, político, aventurero, dramaturgo, coreógrafo, luminotécnico… Bueno, de ordenadores uah… todos son “computer man”, vamos ¡una cosa!, ¡una cosa!... todos hacen maravillas con el ordenador, maravillas, ¡uau!, ¿Qué cosas?
Entonces, es muy frecuente que, como la palabra encargo suena a “cargo”, hay cargo en los aviones de cargo, pues es muy propio del hispanoparlante hacer encarguitos, o sea, carguitos pequeñitos. Él no se encarga de nada pero tiene carguitos pequeños: y encarga a éste aquello… ¡Ah!, ¿y cuántas veces no te han encargado cosas que no te corresponden?... Oye, qué capítulo interesante, ¿eh?... Y a base de encarguitos como si fueran quantums de luz, pero sin serlos, se va micronizando la situación y de nuevo el encargado, o los encargados, brillan por su ausencia.
¡Ay!, pero qué decir cuando... se sabe quién es el encargado o la encargada pero…pero no se respeta. Como el ejemplo de la secretaria. Y yo cito a Pepito, a Juanita… el lunes, el martes, el miércoles, bueno el día que me dé la gana, porque joder, no tiene tampoco mucha historia citar a alguien... No, mucha historia no. Tiene la historia de una persona, que se encarga, que lleva años, que conoce, que entiende, que sabe el sonido de cada persona que llama, que sabe cuál es la organización, que sabe a qué horas son más propicias para ver y tal…. No, nada más que tienen una historia personal de varios años, que usted no tiene. Por lo demás… ¿Ah, sí? Yo no sabía que la secretaria era tan importante… Si no es cuestión de secretaria, es… del encargo que tenga cada uno.
Pero ponemos el ejemplo de secretaria porque en el ánimo de casi todos está la idea de que son las más… tontas. Las más inservibles. Si no vales, pues te quedas de secretaria, ¿no? O cuidas a tus padres o te quedas de secretaria. Con taquigrafía y mecanografía como antes. Bueno, en el mejor de los casos te haces maestra. Ya, pero nada más ¿eh? Entonces la secretaria, pues es eso… Entonces, siempre en estos casos hay que meter ejemplos de gente de bajo nivel, para que se entienda… ¿O tienen nivel? ¿Tendrán nivel…?

Probablemente, bajo el sentido orante el hecho de que cada ser es y está, ya tiene un encargo estelar y, en consecuencia sea cual sea su dedicación o su posición, o su casta –porque las hay- tiene una utilidad, tiene una necesidad de especie. En consecuencia merece nuestro respeto, nuestra admiración, nuestra prudencia… Y a la vez, obviamente, cada uno buscar –sería bueno en esta semana-, ¿de qué encargo vivo, realmente? ¿Cuáles son mis encargos?, en el lugar, en el espacio, en el tiempo en el que estoy.
¿Me encargo de suplantar a los encargados?, por ejemplo. ¿O eludo el encargo que tengo?
Son dos preguntas interesantes. ¿He eludido mi encargo, de lo que yo estoy encargado? ¿Me he evadido de ese encargo? ¿He ¡suplantado! a alguien que está encargado de…?
Sería interesante que bajo el sentido orante el ser se preguntara sobre qué encargo
la Creación le ha citado para que exista, para que viva. ¿Por qué le dejan vivir? ¿Por qué te dejan vivir? ¿Será que tienes algún encargo que cumplir?... Si no ¿qué sentido tendría la vida…?

Y seguramente, también casi todo el mundo ha vivido, alguna vez –aunque sea alguna vez, por un instante-, el sentirse TRANQUILO, TRANQUI-LA, porque alguien se encarga de…
A lo mejor se ha vivido muy poco porque, claro, es muy típico también del hispanoparlante ¡ENCARGARSE DE TODO! ¡DE TODO! Por supuesto ¡arrasando! a todos. “
No, es que yo no lo puedo evitar, es que soy así… Eres un malcriado chico...” -Por ser suave-.

El saberse encargar de lo propio y respetar los encargos ajenos facilita la ¡confianza!, ¡permite! el sosiego, ¡ayuda! a la creatividad, ¡descongestiona! la sangre, baja el colesterol, triglicéridos y demás sustancias de alto riesgo. Mejora el síndrome metabólico y aminora el estrés.

Me haré cargo de lo que me corresponda.
Evitaré dar cargo de lo propio a los otros.
Respetaré los cargos que otros tienen.
Cuidaré de que no intervenga suplantando, ni arrasando.
Confiaré los encargos que otros tengan.
Y trataré de aplicar, según el sentido creativo, las deducciones que... en cada momento voy descubriendo. Sin deducir por otros. Dejando abierta la puerta a
la Gran Deducción.
M
e aplicaré lo que me corresponde. Y esto no significa aplicar... fronteras, sino saber asumir responsabilidades, con prudencia, con pudor, con respeto.
Se solía decir: “
Que así sea…”
Ojalá.

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