Soy oración
13 de octubre de 2025
Transcurren las vivencias, estilos, maneras de vivir, bajo el signo de las dependencias. Un signo que implica estar sometido a los dictámenes de los que se han otorgado –y se les ha concedido- el derecho de dirigir la cultura, la moda, la espiritualidad, la economía, la sociedad, la política, la gastronomía…
No; no hay espacio en donde no haya una “tendencia” –como mínimo- a la que el ser se vea, de entrada, requerido. Requerido para que conteste, para que se defina si va a seguir esa vía o no, si va a estar pendiente… –que culminará con dependiente-.
Como se puede suponer, el estar dependiente de todas las tendencias es imposible. Así que los seres se refugian en ciertas dependencias, aparte de las ya conocidas del alcohol, las drogas…
¿El sexo…? Habría que verlo.
Lo cierto es que esas secuestradas actitudes hacen que la originalidad de cada uno se vea prácticamente… inexistente. Porque ha de seguir la dependencia, la tendencia que marcan los grandes perfumes, las grandes corporaciones alimenticias-alimentarias, los grandes vestidos… de una forma o de otra.
Es algo más que una coacción a la libertad. Sí, porque se juega –en las dependencias- con el placer: ese oscuro, claro, claro-oscuro deseo… que termina por enganchar y produce una sensación de innumerables formas de bienestar.
Y ahora, fíjense: dependientes del bolígrafo tal, dependientes de la pasta dental cual, dependientes de los fideos “Tín”, dependientes de la tienda “Kuan”… Esto empieza a ser preocupante, ¿no?
Y lo más preocupante es que, en un porcentaje incalculable, el ser no toma consciencia de eso.
Se hace adicto-adepto a una marca de coches, a un tipo de vino, a un…
Y realmente, si se le preguntara en profundidad:
.- Pero tú, ¿por qué, por qué…? ¿Has cotejado otras posibilidades o…?
.- No, no, es que yo siempre he bebido esto.
.- ¡Ah! Pero ¿no has probado otro tipo de...?
.- No, no hace falta. Este me gusta, y ya.
.- Es decir que se podría decir que, si tú no has estado en Nueva York, Nueva York no existe.
.- Más o menos.
.- Claro. Bueno, Bangladesh ¡nunca ha existido, claro!
.- Hombre, por supuesto, ¿dónde está eso?
.- Claro. No. Cierto. ¡Dónde está eso…!
Hubo una época en nuestra especie –europea- en que se hablaba del “enciclopedismo”. Había enciclopedias. Y de seguro que, entre los que estamos aquí, más de uno ha tenido de profesión la venta de enciclopedias. Sin haberlas leído, claro. Pero bueno, todo lo que se sabía estaba ahí y punto. Pero eso duró… –el enciclopedismo- duró poco realmente. Pronto se vio que había enciclopedias de enciclopedias de enciclopedias de enciclopedias, de cada una de las “novedades” –entre comillas- que cualquiera podría interesarse en ellas.
Con lo cual aparecieron las especialidades, lo cual facilitó mucho las dependencias. Se fracturó mucho el saber, y éste sabía de suelos marinos, este otro sabía de microbiota intestinal, este otro conocía el hierro… Y así sucesivamente, las dependencias se fueron instaurando y sus influencias se fueron generalizando.
¡Claro! Imagínense: con esa propaganda que masivamente inunda cualquier visual, cualquier lectura que podamos hacer hoy –salvo que queramos una cosa muy concreta que anime nuestra espiritualidad-, pues probablemente encontraremos…
Y para muestra bien vale un botón: lo último de ese concierto en la Plaza de San Pedro, en la religión más potente del mundo[1]. Es una forma de captar más audiencia, más anuencia.
Sí. De vez en cuando una plegaria viene bien, pero ¡ya! Es un ejemplo más, ¿eh? No nos vamos a rasgar las vestiduras por ello. Claro que no. ¡Faltaría más! Seríamos adeptos, adscritos y dependientes, y no.
La Llamada Orante nos sitúa en, al menos –“al menos”-, un instante de sentirnos oración. Un instante.
“Soy oración. Y con ella me recreo.
Soy sujeto, verbo y predicado, y con ello me reconstruyo.
Soy oración… y no sé qué soy, pero me siento sin presión; me reconozco en una inmersión donde todos me miran y ninguno a la vez.
Soy oración y… me abstraigo. No tengo razones, no busco explicaciones, no aspiro a rentas ni beneficios. No vengo a pedir, vengo a escuchar, a ver, a oír, a olfatear…; a tocar, con mi sensibilidad, con quién estoy.
Soy oración, y la preocupación se… diluye. El Misterio Creador está, ¡y yo en Él!
Soy oración, y no tengo prisa… Me reconforta el silencio. Sí. Y a la vez me duele todo lo que duele… pero no hay queja.
Soy oración, y me siento… manipulado, me siento transformado, me siento atendido; ¡con cuidado!
Soy oración, y no tengo miedo”.
Sí. Un instante de oración puede ser algo así.
No nos ha quitado mucho tiempo. Ciertamente, no nos ha resuelto “algo”. No.
Nos ha dado todo.
Pero hay que estar ¡atentos!, sin pretensiones, sin ambiciones… Aunque sí es lógico –es lógico, sí- acudir al templo con la dolencia, preocupación, angustia, desespero… y pedir a lo Supremo que nos libre de esa pesada carga.
Como si no lo supiera…
Parece como que sí es necesario insistir para que te presten atención.
Es una idea raquítica, del Misterio Creador.
Sí. Es cierto que soltar toda la pesada incomodidad de cada día alivia y esperanza para que –plup!- de repente desaparezca. Pero qué poco se piensa en los misteriosos planes de la Creación. Que no los vamos a saber, claro que no, pero que podemos intuir que formamos parte de esos planes. Y solo el saberlo, quizás nos permita reflexionar sobre nuestras actitudes de humanidad ante la envidia, la rabia, la injusticia, la justicia, los prejuicios… y ese largo etcétera que mantiene vivo el combate de los guerreros del “Planeta Guerra”.
Quizá podamos modificar algunas pautas –las más sencillas- “En el Nombre de”… El Misterio Creador, puesto que su creación no nos ha hecho para que estemos en la envidia, en la tragedia, en el drama, en la rabia, en la incomodidad, en la crítica... No, no, no, no, no, no. No. Ya nos parece eso lo normal.
Eso es una aberración.
Nuestras funciones son… bienaventuradas, bondadosas, generosas, amables, servidoras. Porque en ellas se posibilitan todas las virtudes, y en nuestro servicio se dan todas las opciones de descubrir, ¡de aprender!...
¡Porca miseria! Si se está en el “mírame y no me toques”: “No, contigo no”, “no, aquel es así”, “no, aquel otro es de esta manera”, “¿qué se puede esperar de ese?”… No, así no.
Eso es aberrante.
Ese don de importancia personal, ese reclamo de prioridad, ese ego-idolatrismo camuflado, en base a derechos y…, es demoledor; en un reclamo y en una queja permanente.
“Mon Dieu!”. Aclara tus dependencias, modifica tus prejuicios, muestra tu amabilidad, no te dé vergüenza tu insolidaria presencia, aclara tus motivos, acepta tus modificaciones…
No seas el señor o la señora a la que no se le puede decir nada, porque se enfada.
Eso es ruindad.
Y también, tener el valor de decir y pensar: “Bueno, y si se enfada, pues… tendrá que desenfadarse. Porque entre enfadarse y no enfadarse, lo mejor es no enfadarse, y cuando hay que enfadarse, no se enfada uno”. Eso es fácil ¿no?
Lo repito:
Entre enfadarse y no enfadarse, lo mejor es no enfadarse; y cuando hay que enfadarse, no se enfada uno.
Y sorprendes al personal:
.- Ah, pues yo creí, yo pensé…
.- No. Pues no. Pues no.
.- Me habían dicho…
.- ¡Ah!, pues no. Desdice.
O sea que sí se puede hacer ¡algo! Porque esa es otra justificación:
.- Es que no se puede hacer nada. Es que es inevitable. Es que yo soy así.
.- ¿Cómo?
.- Así.
.- ¡Qué aburrido! ¿¡Desde cuándo la vida es aburrida!? ¿No te da vergüenza…?
Sí. Luego le echaremos la culpa a los genes, al genoma. En otro tiempo le echábamos la culpa –todavía- a los padres o a los abuelos. En otro tiempo a Franco, por ejemplo. Fue culpable de todo. Depende. Ahora el culpable es Pedro. No sé. Siempre tenemos un chivo expiatorio.
Por eso, quizás la teoría de que el ser humano es un animal no está muy desencaminada: a veces es chivo, a veces es vaca, otras veces es tapir… –vamos a poner algo más difícil para que tengan que consultar-.
Pues sí… Nos enseñan la evolución y nos la tragamos entera. Eso sí: ya se ha acabado.
.- ¡Ah! ¿Y por qué se ha acabado? ¿Se ha acabado de verdad?
.- Sí, sí, se ha acabado.
.- Yo creí que la evolución no se acababa nunca.
.- No, pues sí. Se ha acabado.
.- ¡Ah!
Esto parece una tontería, pero es importante, porque si no, vamos a andar siempre con “colorín colorado, este cuento se ha acabado”. Y cuando precisemos cambiar, evolucionar, modificar, pues no, aparecerá la voz de Pepe Grillo que diga: “Colorín colorado, este cuento se ha acabado. Tú no vales para esto, no vales para aquello, no vales para tal… Tú lo que vales es para esto. Y ya está”.
La Llamada Orante nos… nos susurra a que, por un instante, nos hagamos oración. Nos susurra para que, por un instante, nos hagamos convicción. Nos susurra para que, en un instante o por un instante, nos hagamos evolución. Nos susurra para que, en un momento, seamos… testigos de amor.
“Testigos de amor”.
***
[1] El concierto "Grace for the World", con Karol G.
I am prayer
2025-10-13
Experiences, styles, and ways of living, unfold under the sign of dependencies. A sign that implies being subjected to the dictates of those who have granted themselves –and have been granted- the right to direct culture, fashion, spirituality, economy, society, politics, gastronomy...
No; there is no space where there is not a "trend" –at the very least- to which the being, to begin with, is required. Required to answer, to define whether or not to follow that path or not, whether it is going to be pending... –which will culminate in being dependent-.
As you can guess, to be dependent on all tendencies is impossible. So beings take refuge in certain dependencies, apart from the already known ones of alcohol, drugs...
Sex...? It remains to be seen.
What is certain is that these sequestered attitudes make the originality of each one seem practically... non-existent. Because they must follow the dependency, the trend set by the big perfumes, the big food corporations, the big clothes... in one way or another.
It is more than a coercion of freedom. Yes, because it’s played –in dependencies- with pleasure: that dark, light, light-dark desire... that ends up hooking and produces a sensation of innumerable forms of well-being.
And now, look at this: dependents on such pen, dependents on such toothpaste, dependents of "Tín" noodles, dependents of the "Kuan" shop... This is beginning to be worrying, isn't it?
And the most worrying thing is that, in an incalculable percentage of cases, the being does not become aware of this.
They become addicted to a brand of car, to a type of wine, to a...
And really, if one were to ask it in depth:
.- But you, why, why...? Have you looked at other possibilities or...?
.- No, no, it's just that I've always drunk this stuff.
.- Ah, but haven't you tried other types of...?
.- No, there's no need. I like this one, that's all.
.- I mean, you could say that if you haven't been to New York, New York doesn’t exist.
.- More or less.
.- Of course. Well, Bangladesh has never existed, of course!
.- Well, of course, where is that?
.- Of course. No. Right. Where is that...!
There was a time in our species –European- when people spoke of "encyclopaedism". There were encyclopaedias. And surely, among those of us here, more than one of us has had the profession of selling encyclopaedias. Without having read them, of course. But, well, everything that was known was there and that was that. But that... –encyclopaedism- didn't really last long. It soon became clear that there were encyclopaedias of encyclopaedias of encyclopaedias of each of the "novelties" –in inverted commas- that anyone could be interested in.
Thus specialities emerged, which greatly facilitated dependencies. Knowledge became very fragmented, and one person knew about marine soils, another knew about intestinal microbiota, another one knew about iron... And thus successively, dependencies were established and their influences became widespread.
Of course! Imagine: with this propaganda that massively floods any visual, any reading we could do today –unless we want something very specific to encourage our spirituality- we will probably find...
One sample says it all: the latest from that concert in St. Peter's Square, in the most powerful religion in the world[1]. It's a way of attracting more audience, more approval.
Yes, from time to time a prayer is good, that is! It's just one more example, isn't it? Let’s not make a fuss about it. Of course not! Naturally! We’d be followers, affiliated, and dependent, and we are not.
The Prayerful Call places us in, at least –"at least"-, a moment of feeling prayer. A moment.
"I am prayer. And with it I rejoice myself.
I am subject, verb and predicate, and with it I reconstruct myself.
I am prayer... and I don't know what I am, but I feel myself without pressure; I recognise myself in an immersion where everyone looks at me and no one at the same time.
I am prayer and... I am abstract myself. I don't have reasons, I don't seek explanations, I don't aspire to profit or benefits. I don't come to ask, I come to listen, to see, to hear, to smell...; to touch, with my sensibility, who I am with.
I am prayer, and the concern is... diluted. The Creator Mystery is, and I am in It!
I am prayer, and I am in no hurry... Silence comforts me. Yes, and at the same time, everything that hurts, hurts me... but there is no complaint.
I am prayer, and I feel... manipulated, I feel transformed, I feel cared for; with care!
I am prayer, and I am not afraid”.
Yes, a moment of prayer can be something like that.
It hasn't taken up much of our time. It certainly hasn't solved "anything" for us. No.
It has given us everything.
But we must be attentive, without pretensions, without ambitions... Although it is logical –it is logical, yes- to go to the temple with our pain, worry, anguish, despair... and ask the Supreme to free us from that heavy burden.
As if he didn't know...
It seems you really have to insist to get some attention.
It's a rickety idea, of the Creator Mystery.
Yes, it is true that letting go of all the heavy discomfort of every day brings relief and hope that –plup!- it will suddenly disappear. But how little thought is given to the mysterious plans of Creation. That we will not know them, of course not, but that we can sense that we are part of those plans. And just by knowing it, may allow us to reflect on our attitudes of humanity towards envy, rage, injustice, justice, prejudice... and that long etcetera that keeps the combat of warriors of "Planet War" alive.
Maybe we can modify some guidelines –the simplest ones- "In the Name of"... The Creator Mystery, since his creation did not make us to be in envy, in tragedy, in drama, in anger, uncomfortable, critical... No, no, no, no, no, no. No. That already seems normal to us.
That is an aberration.
Our roles are... blessed, benevolent, generous, kind, serving. Because in them all the virtues are made possible, and in our service all the opportunities for discovery, for learning, are given!...
For heaven’s sake! If you are stuck in the "look at me and don't touch me": "No, not with you", "no, that one is like that", "no, that other one is like that", "what can you expect from that one?”... No, not like that.
This is aberrant.
That touch of self-importance, that claim to priority, that camouflaged ego-idolatry, based on rights and..., is devastating; in a claim and a permanent complaint.
"Mon Dieu!”. Clarify your dependencies, modify your prejudices, show your kindness, don't be ashamed of your unsupportive presence, clarify your motives, accept your modifications...
Don't be the man or woman to whom nothing can be said, because he or she gets angry.
That is despicable.
And also, having the courage to say and think: "Well, and if he or she gets angry, well... he or she will have to let it go. Because between getting angry and not getting angry, the best thing is not to get angry, and when you have to get angry, you don't get angry". That's easy, isn't it?
I repeat it:
Between getting angry and not getting angry, the best thing to do is to not get angry; and when you have to get angry, you don't get angry.
And you will surprise people:
.- Ah, well, I thought, I thought....
.- No. Well, no. No.
.- I had been told...
.- Ah, well, no. He takes it back
So something can be done! Because that's another justification:
.- It's just that nothing can be done. It's inevitable. It's just the way I am.
.- What?
.- Like this.
.- How boring! Since when has life been boring? Aren't you ashamed...?
Yes. Then we'll blame the genes, the genome. Once upon a time we blamed –still- our parents or grandparents. Once upon a time we blamed Franco, for example. He was guilty of everything. It depends. Now Pedro is to blame. I don't know. We always have a scapegoat.
So maybe the theory that the human being is an animal is not too far off the mark: sometimes it's a goat, sometimes it's a cow, sometimes it's a tapir... –let's make it more difficult for them so they have to go check-.
Well, yes... We’ve been taught evolution and we swallow it whole. It's true: it's already over.
.- And why is it over? Is it really over?
.- Yes, yes, it's over.
.- I thought evolution never ended.
.- No, it has. It has come to an end.
.- Ah!
This seems silly, but it is important, because otherwise, we are always going to go on with "the end of story". And when we need to change, evolve, modify, well, no, Jiminy Cricket’s voice will appear and saying: "The story is over. You're not good for this, you're not good for that, you're not good for the... What you're good for is this. And that's it".
The Prayerful Call whispers to us... whispers to us that for a moment, we become prayer. It whispers to us so that, for a moment, we become conviction. It whispers to us that, for moment or for an instant, we become evolution. It whispers to us so that, in a moment, we become...testimony of love.
"Testimony of love”.
***
[1] The concert "Grace for the World", with Karol G.
