sábado

Lema Orante Semanal



La Espera

22 de agosto de 2017

En el mundo de la prisa, la más mínima serena espera resulta un inconveniente.


La espera, que no es ni más ni menos que la expresión –también- de ritmos, de frecuencias, de armonías, de equilibrio, de vibraciones… que se suceden cada X esperas, y que dan “sentido” a un trayecto, a una trayectoria.


Igual que cuando leemos un texto, y empleamos la coma, el punto, el punto y aparte, el punto y seguido… Son esperas que posibilitan leer, respirar, entender, agrupar, acomodar, clasificar…


Pero el acontecer diario del estilo de vida presente… trata de imponer unos ritmos verdaderamente voraces. Y sobre todo, de un saber superficial, seguido, sin espera, sin asimilación, para que así sea… más vacío, lineal y empaquetable.


No ha lugar la ‘insinuosa’ y creciente espera, ni el éxtasis de la culminación, ni la meseta de… el saborear…


Y lo increíble de la imposición humana de este estilo es que está rodeado de materia viviente que tiene su pausa, que tiene su espera; está rodeado e instalado en un Universo que marca… en sus estaciones, en su día-noche, en su calor y frío… ¡Tantas variables que esperan a manifestarse!


¡Je! Hasta el punto de que podríamos decir que la vida –la vida- es una espera.


La vida… ¿una espera? ¿Y a qué espera la vida?


A trascender. Era, es… tan solo un escalón hacia Lo Eterno.


¡Qué mayor experiencia de espera –siglos y siglos, generaciones y generaciones-, como es la llamada “muerte”! ¿A qué espera? ¿A que sean fósiles? ¿A que resuciten?


¿Y si deja de existir como una parte de la evolución de la vida…?


Como recientemente se decía en un encuentro internacional de sabios, de científicos, pronto, en 2047 –hasta apuntan fecha- se dará por terminada, se dará por finalizada, se dará por desaparecida la muerte. Dejará de existir.


Indudablemente creó polémica y discusión, pero la ciencia avala, en heterodoxa actitud, esta propuesta.


¿Y qué pasará con los que dicen que el sentido de la vida lo tiene la muerte? Al quedarse sin muerte, ¿qué sentido le darán a la vida?


¡Ay! Mientras se siente, se espera. Y al esperar, se siente.


Y el sentir es orante… ¡vibrante!... ¡sorpresa!...


¡Todo el universo se confabula y se expresa… no solamente en torpes palabras!, sino en tonos, semitonos, silencios y ¡precipitaciones!


¡No se puede permanecer indiferente!... ¡Y ése es uno de los sentidos orantes!: la conmoción de la indiferencia, con objeto de que el ser responda a ser un microcosmos y un creativo proceso, y no se aparque en su acostumbrado estar, sus acostumbradas sentencias, sus definitorios conceptos y su estructura ¡ya organizada!... y “de-finida”.


En el orar, se recoge la pauta de cada día. Y cada día se une a otro y a otro…


Y así instaura un sentido de habitantes de universos, que dejan de estar esclavos de sus achaques terrestres, para pasar a ser unos activos, unos activos, unos activos, ¡unos activos liberadores!… del tránsito de este lugar.


Sí. El orante, orando, va más allá. Lo podrá aplicar aquí, en el más aquí, pero el sentir es más allá.


Lo Eterno aguarda su momento para insuflar el Aliento Creador Misterioso: ¡que se haga carne!, ¡que se haga sangre!, que se haga saliva...


Que impregne la condición material; que, a diferencia de lo que ocurre –que ésta se separa cada vez más de lo desconocido y se refugia más en lo conocido establecido-, con las percepciones orantes, sin desdeñar la conformación, se la hace, a ésta, ligera, capaz…


Y en la medida en que sentimos que nuestras capacidades son alimentadas y recreadas por esa Creación continua y permanente, nuestras esperas se convierten en oasis; oasis para reponer, para componer, para poder seguir la travesía, con dignidad, con elegancia, con “ama-bilidad”.


En la medida en que se asimile la espera, la pausa, el silencio, en esa medida se inspira, se le permite a la Creación… su cobertura; y, por ende, nuestra consciencia ¡se reaviva!, se regenera.


Escuchar con el corazón… para transfigurar la mente… y hacerse uno con el “Uni-verso”, es la prioridad que persigue la Llamada Orante.


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