jueves

Lema Orante Semanal

La inducción
23 de enero de 2017

La consciencia habitual nos educa bajo una ley casi inevitable: “causa y efecto”. No admite efectos sin causas, y causas sin efectos–por ejemplo-.
Al estar condicionados por esa manera de ver los aconteceres, siempre tenemos que tener un causante para cualquier cosa que suceda. Lo que sucede es el efecto, luego el causante tiene que ser éste, aquél, aquello, lo otro…Y de ahí no sale el análisis de lo que transcurre, de lo que ocurre; no va más allá, salvo excepciones.
El hombre, en su hedonismo –como especie- de explicar la fenomenología de su presencia, se ha quedado en ese dualismo que luego se expresa en la mayoría de las acciones: “bueno”, “malo”, “alto”, “bajo”,“luminoso”, “oscuro”, etc.
Y aunque suceden también aconteceres en losque es difícil encontrar la causa…
Por ejemplo, la suerte.Cuál es la causa de que esta persona o aquella tenga mucha más suerte que otra. Hay –hay ya de hecho-… iniciaron hace unos años, en Inglaterra, un estudio clínico, científico, a propósito de la suerte en la salud y en la enfermedad.
Cuando no se encuentra la teórica causa, el efecto se explica bajo, o bien el desconocimiento actual, o bien por causas idiopáticas–es decir, que no se sabe-, o por causas de índole genético, desconocidas. Pero tiene que haber una causa.
¿Y si, bajo el sentido orante, no tuviéramos una causa…? –como se entiende en nuestra composición biológica y psíquica-.Porque, claro, los planes de la Creación, sí, podemos llamarlos“la Gran Causa”, pero es tan desbordante el Misterio, que se sale de ese concepto de causa.

Ahora bien, si queremos…–y es la sugerencia orante- si queremos pasar un poco más allá de lo dual, nos encontramos con los inductores. Sí, acciones o actividades que inducen “a”, pero no son causa “de”. Inducen.Y puede ser –puede ser- que esa inducción…“Te induzco a que toques un instrumento musical”.Puede ser que lo llegues a tocar, o no. En cambio, cuando hay causa y efecto, la causa estáproduciendo ese efecto… sí o sí.
La idea de inducir… es como la idea de querer encenderalgo; pero algo –y aquí está una particularidad diferente-… algo que va a ser “distinto”, si es que se enciende, en cada persona.
Se puede inducir a la violencia, pero cada uno, al ser inducido a ello, va a dar una respuesta muy diferente cuando es inducción, que cuando es causa.
Puede parecer lo mismo pero no es lo mismo.Y creo que, a poco que se piense, se puede ver que esto ocurre cotidianamente.Inducimos “a”, nos inducen “a”, pero guardamos aún la posibilidad de seguir esa inducción… pero a nuestra conformidad: o seguirla al pie de la letra–aunque no es una orden-, o no.

Dependiendo –y esto es también significativo- de nuestra posición, un elemento es causa o inducción. Por ejemplo, el dinero: puede ser la causa de una perdición, y hacer que el sujeto sólo piense en el dinero; puede ser una inducción, y se tiene en cuenta el dinero, pero no se vive pensando sólo en el dinero.
Nos inducen a una cultura religiosa, de religión, pero esa forma inductora, no “causal”, nos permite variaciones y variabilidades.
¡Quizás!–quizás-,todos sean inducciones y no haya causas.Y hemos sido una cultura tan ¡burda!, que hemos convertido, las inducciones, en causas, para tenerlo más claro.

Cada ser es un inductor.Y estamos rodeados –en consecuencia- de inducciones.Pero evidentemente, cada ser responde de manera diferente.

En la consciencia amplificada, más allá de la causa y el efecto, existen moduladores, inductores, referencias…Es decir, existen otras palabras de otros conceptos que nos liberan –admitamos la palabra-, nos liberan de la esclavitud de sí o no…; de la causa y el efecto.
Es más, si nos fijamos en grupos de población, vemos que la respuesta a una causa, no siempre produce el mismo efecto en todos los individuos de esa población. No todos murieron de la gripe, aunque millones sucumbieron a ella en aquella gran epidemia; no todos murieron del cólera o de la peste.¡Y había una causa!, pero los efectos no se dieron en todos.
Probablemente, en otros–en los que no respondieron a las causas-, esa causa se convirtió en un efecto, ¡para!… que se defendieran–ahora lo explicamos desde el punto de vista inmunológico-“de”…
¿Por qué? No sabemos.Quizás una forma de selección, de ajuste de población… que estámás allá de nuestro entender.

El sentido orante es un inductor, puesto que, evidentemente, no produce un efecto –como una causa-, a la hora de expresar sus ideas, sus recomendaciones, sus sugerencias… El ser es más o menos permeable.
Ahora mismo –¡ahora mismo!-, la inducción hacia salirse de la causa y el efecto está siendo evaluada; y quizá interese, quizá no interese… a unos sí, a otros no…
Fíjense bien en el primitivismo de consciencia.Resulta que… sujetos se reúnen en oración.Y la oración es un medio de comunicación-comunión, de una llamada que hace la Creación, al ser, para mostrarle, para sugerirle, para decirle.
¿Cuál es el grado de respuesta ante esa inducción? Muy ligera.Puede ser impactante, a lo mejor, en un primer momento, pero luego… –“luego”, que puede ser a las dos horas- luego…
“¿De qué iba la oración…?¿De la introducción? ¿De la…?Es que no me he enterado yo bien.En ese momento me ha entrado como un ligero sueñillo.¡Si yo estoy muy a gusto con la causa y el efecto!¡Si con eso me defiendo yo muy bien!¿Que luego…Dios o quien sea, me premia por algo?¡Pues allá él!, ¿no?…”.

Así que empezamos otra vez:
Inducidos por innumerables fuerzas–así:“inducidos por innumerables fuerzas”-, estamos sometidos a campos interferenciales que nos inclinan nuestro comportamiento hacia decisiones o hacia efectos “varios”.
No somos un sistema binario: 01, 12…Somos un sistema “multi”-inductor…
Y así, a la hora de explicarnos el porqué de una situación –como por ejemplo una consulta terapéutica-, encontramos multitud de elementos inductores, y borramos así los elementos causales.
Porque –por ejemplo-, si tenemos una afección genética –para que sea más claro-.
Ydiríamos:
.- La causa es que hay una alteración en tal cromosoma.
.- Ya, pero es que… yo estoy bajo el sentido orante, y quiero ver los elementos inductores,

¡Ah, ah!Entonces tendremos que irnos más atrás:
¿Qué fue lo quemotivó ese cambio genético?¿La alimentación, la respiración, la convivencia, la displicencia, el egoísmo, la vanidad, las radiaciones, el sonido…?
Probablemente encontremos que hay multitud de inductores de pequeña intensidad que… si se juntan en un momento determinado, pueden ser constituidos en “causa”.

El sentido orante nos induce al desarrollo de nuestras potencialidades, en el marco de nuestra procedencia: “El Universo”.
No hay causas.Hay… –podríamos decir, para dejarlo más cercano-, posibilidades, probabilidades, suertes.
Esto, si lo incorporamos, aparentemente nos complica la vida–¿verdad?-, porque nos hace mirar en múltiples direcciones.
Con lo fácil que era decir:“¡Ah!, pues… esto es por esto, y esto es por esto, y esto es por esto”.
Ahora, no.Ahora tengo que… como exprimir más esa causa, y descubrir que esa no es la causa; que es… un montón de inducciones, modulaciones, influencias, referencias. Hoy estamos en la inducción.
Y el que roba –por ejemplo- induce a otros a robar, pero no es causa de que, por robar uno, tengan que robar los demás.Pero es un elemento inductor.
El que respeta, induce a que le respeten.No todos le respetan, pero...
Y sabiendo que somos inductores sí o sí, y que estamos inducidos: propaganda, marketing, ventas, consumo, etc., todo ese acoso, en sí, nos muestra… que no hay causas; y que los efectos pueden ser muy diversos –lo son-.
Como cuando [1]Hahneman decía que “no hay enfermedades sino enfermos”.Y comprobamos que efectivamente es así. Hay un patrón que dice que… “en la mayoría de…”.Sí.Hay un patrón, pero luego aparecen las variables.
¿Y saben por qué existe ese patrón? Porque la consciencia se ha codificado en causa y efecto. Y al decirle la causa:“tienes un tumor”, ya tiene el efecto:“me voy a morir”.
Si fuera un inductor…
Hay personas que tienen tumores, pero no se mueren.¡Porque es así!...Pero en lo profundo de la consciencia primitiva, todavía –¡vamos!, “todavía”- está esa relación de tumor-cáncer-muerte. Y aunque traigamos todos los supervivientes del mundo, y se los mostremos a un miedoso o miedosa que tiene ese diagnóstico, ¡no servirá para nada!,dentro de la ley de la causa y el efecto: ya está convencida de que la causa va producir ese efecto.
Ese primitivismo de consciencia –que no admite referencias, no admite variables- puede ser modificado por inducciones.De ahí la sugerencia importante del sentido orante de hoy: que nos inducea… a mirar más allá de la pared; a ver y sentir lo que hay detrás de la pared.Dice:
.- Pero si hay una pared…
.- Ya, ya.Pero presta atención, que quizás escuches algo de lo que ocurre al otro lado de la pared.

En el clima orante estamos inducidos a promover nuestras virtudes, nuestras capacitaciones, nuestras potencialidades, para ser una referencia creativa… que multiplique nuestras actividades de manera dulce, juiciosa y liberadora.
Cada oración es una inducción que, como el orfebre con sus dedos y el giro del barro, va modulando la vasija; o, como en la fragua, el operario calienta ardientemente la pieza, para moldearla a golpes y dejarla “al punto” con el agua que enfría; como el tallador, que va quitando lo sobrante… para dejar al descubierto el diamante.

El momento orante nos induce a… la bondad.Y, con ella, cada uno con su peculiaridad, se alcanza un estado convivencial fresco, alegre, complaciente, generoso.






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[1]Samuel Hahnemann, creador de la homeopatía.