lunes

Lema orante semanal

CONFIANZA, CONVENIENCIA, CONDUCTA.
6 de julio de 2009

Ciertamente, parece indicar, tanto social, cultural como individualmente, que la confianza ha ido perdiendo espacio, terreno, actividad… Y en su lugar se ha ido creando la duda, la desconfianza y, en consecuencia, también el compartir, el solidarizarse, el ayudarse, quedan en un stand-by, en un inquietante “quizás”…
Probablemente, la conducta de cada ser, dé motivos de desconfianza. Y, seguramente, cualquier persona tenga motivos para desconfiar de esto, de aquello, de lo otro… por lo que pasó, por lo que ocurrió.
Bajo ese prisma, es muy difícil rescatar un mínimo nivel de confianza. Con lo cual, es muy difícil cambiar el código de duda, de cuidado, de violencia… Con lo cual, la especie queda en un estanco, estancada y repetitivamente repetidora de iguales circunstancias, con lo cual, se degenera.
Algo, algo de voluntad –algo- hay en la confianza. Pero también debe haber algo de ilusión, de oportunidad, de darnos oportunidades, las suficientes como para… para que el fiarse los unos de los otros pueda, al menos, funcionar intermitentemente. Al menos.
Importantísimo: No quedarse anclado en el pasado. “¡Ah”, es que me hiciste, es que te hice…” Y, en base a ello, no es posible rescatar la confianza. Tampoco se trata de olvidar; está ahí, lo recordamos, cada cual sus cuitas grandes, pequeñas o medianas. Ahora bien, se presentan nuevas circunstancias, nuevas perspectivas. Y es ahí donde no debemos dejar que entre lo antiguo, lo pendiente, lo rencoroso, lo inolvidable. Ahora es una nueva situación. Y, de seguro, que tiene matices –matices, al menos- distintos.
Te engañaron una vez, dos, tres, cuatro… pero la quinta, no.
Recuerden ese viejo proverbio chino que decía: “Si cierras la puerta a la mentira, no dejas pasar la verdad”. En consecuencia, si se mantiene una actitud cerrada y no se contempla que las circunstancias y el momento es distinto, no podemos disfrutar -porque la confianza es un disfrute- de un cambio de otra característica, de otra posibilidad.
Confiar supone el estar en esa actitud de abrir nuevas posibilidades, nuevas probabilidades, de salir del conflicto rugoso y repetitivo.
A poco que deparemos en nuestra presencia en este lugar del universo, podríamos deducir que han confiado en nosotros, que nos han dado muchas oportunidades. Muchas. Y que, en consecuencia, no podemos quedarnos en el abrasivo –abrasivo- error de lo imperdonable. Más bien dejarnos caer en la probabilidad, o en la posibilidad, aunque de nuevo se repita, pero sabiendo que –sabiendo que- en la permanente confianza, va a surgir lo confiable, lo confidencial, lo confiado.
Puede ser, puede ser un buen momento –en estos días que se avecinan- para dejar tranquilo al pasado, a las justicias que ello “con-trae”, y poder abrirse a la opción de posibilidades, en las que la palabra confianza se presente de nuevo, como nueva, joven, dispuesta.
La CONVENIENCIA es como esa expectativa que se aguarda para sacar rédito, renta, ventaja, hacia uno mismo o hacia los intereses de un clan, de un grupo: “Es conveniente hacer esto, es conveniente hacer lo otro, porque nos beneficia, porque…”
Sólo un apunte a este respecto: Se trata de abrir el diafragma. Sí, de ver, en realidad, ante la situación que toque y en la que nos planteemos si es conveniente viajar, conveniente estar, conveniente discutir, conveniente reclamar… abrir el diafragma para decir: ¿Qué es lo más conveniente para todos los que puedan representar en mi cabeza “todos”? También podríamos decir: ¿Qué es lo más idealista? Con independencia de las ventajas o inconvenientes que pueda tener.
La mayoría de las veces esto no ocurre. Ocurre que el ser del siglo XXI está enormemente condicionado por costumbres, leyes, normas, imposiciones, legalismos, políticas, sociologías, economías, filosofías, religiones… Puede parece que sea la época de mayor libertad, pero es muy probable que sea la época de mayor condicionamiento. Con lo cual, lo de “lo libertario”, “la libertad”, queda muy en entredicho. Porque las respuestas vienen condicionadas. Desde modas, desde ordenamientos, desde mandatos… Con lo cual, lo conveniente es “lo conveniente para…”
Incluso, en muchísimas ocasiones, ni siquiera se hace lo conveniente para el protagonista del incidente, sino que se hace lo conveniente según lo que conviene que dice la ley… que hoy dice la ley eso, mañana dirá otra cosa, o antes dijo otra.
La ley nos obligaba a servir a la patria en los momentos claves de la juventud, y hacíamos el servicio militar. La ley se ha olvidado de la patria, ¿verdad?, y ya no se hace el servicio militar… ¡Qué cosa, ¿no?! Ahora, en los espacios “progres” de Europa, lo de “patria” no, no, no pega… suena a fascista. Pero hace poco era como muy importante tener hijos para la patria, por ejemplo. Ahora, realmente, constituimos sociedades anónimas, empresas estatales que vienen sustituyendo esos teóricos -o reales- ideales que en otros momentos existieron.
Los condicionamientos van cambiando, pero van haciéndose cada vez más prietos, más cerrados, más angostos.
Hace bien poco, las jóvenes -acompañadas muchas veces por sus familiares- acudían a Barajas para hacer un “vuelo abortivo” a Londres. Hoy, pues… se va a la clínica de turno en este país, y cumpliendo unos mínimos requisitos, se realiza el aborto. Y se dice que es un “derecho” de la mujer. Por supuesto, en toda esa ley no aparece para nada el hombre. Se ve que ahora todos los hijos son… del Espíritu Santo… Parece increíble, ¿verdad?, pero el hombre no tiene ninguna responsabilidad. Pero es que ¡ni se menciona!
Se va condicionando, obviamente, y esa condición –y esa nueva condición- con apariencia liberadora para la mujer, realmente es un condicionante opresor, porque deja en absoluta impunidad la responsabilidad que contrae el varón. Pero, a primera vista, parece muy liberal y muy liberadora para la mujer.
Con este ejemplo se pretende mostrar cómo los condicionantes son muy sutiles. Y, en primera vista, parece una cosa, pero cuando ya se para uno a pensar y a ver… dice: “ ¡Ahí va, tela!, pero si… pero si esto…”
De ahí que la conveniencia tenga que ser después de abrir ese diafragma al 100%, para ver qué es lo más conveniente en el Universo ante esta pequeña situación que me toca vivir… qué es lo más conveniente. Poder tener la opción, al menos, de descondicionarse mínimamente para, realmente, estar, actuar en el sentido más conveniente.
Si tenemos una confianza suficiente, si estamos en el sentido universal de lo conveniente –y puede ser, en estos días cruciales, cruciales-, podemos ejercitarnos en esa disposición con una conducta, que no se trata de que fuera buena o mala conducta, eso fueron condicionantes antiguos… ahora, hasta es difícil definir la conducta. Pero sí es preciso, en el sentido orante de la sugerencia de esta semana, que esa confianza y esa conveniencia, estén atesoradas, estén practificadas… -practificadas-, ejemplarizadas en una conducta. Que conducta, no significa rigidez; significa actuar en el sentido adecuado, de una manera dulce y juiciosa, que permita el desarrollo de los otros y el propio. Porque muchas veces, cuando se habla de conducta, se habla del miedo a hacerlo bien o a hacerlo mal... no, no, no. Como previamente a la palabra conducta, hemos dicho que hay que tener mucho cuidado con los condicionantes, es muy probable que, a la hora de investigar cuál debe ser nuestra conducta, descubramos que es una conducta que no cuadra, que no pega con los condicionantes anteriores. No hay que temer.
Lo que sintamos que es conveniente, que implica una conducta, aunque no sea la aceptada y la adecuada en ese momento -según lo habitual o lo normativo-, debemos dar testimonio de ese descubrimiento de nuestra conducta, de nuestro estado conductual, ¡de una manera inteligente! Porque si descubrimos que nuestra conducta va a chocar con esto o con aquello, actuemos de forma inteligente para evitar ese choque, pero sin dejar de hacer lo que sentimos que es la conducta adecuada.
El Universo, mediato e inmediato, se ha movido de manera conveniente para el desarrollo de las especies de la vida. Las Fuerzas que rigen estas posibilidades, mantienen una conducta suficientemente creativa como para promover respuestas originales, nuevas y distintas por parte de todas las especies, creando ese estado de evolución, de mutación, de adaptación.
La Fuerza de la Creación ha cumplido con sus deberes. ¿Y nosotros?
Confiamos en que es posible saber lo conveniente y encontrar la conducta adecuada para que todo ello se dé.

Puede ser un buen tiempo, este espacio vacacional que se abre, para inspeccionar esa confianza; para intuir universalmente esa conveniencia; para, realmente, “conductualizarse” de otra manera. Precisamente ahora, en este tiempo de vacaciones en la que todo está previsto, en la que todo obliga a “vacacionarse”, en la que todo impone desplazarse; en la que todo indica que se produzca menos, se rinda menos; en la que todo está debidamente condicionado. Y en la que casi es una maldición quedarse sin vacaciones.
¿Cuál es? ¿Puede haber otra conducta que no sea la de “morenizarse”, emborracharse, “balnerizarse”?... Bueno, toda esa serie de imposiciones que… no se puede vivir sin ellas. ¿Puede haber otra conducta? ¿Podría ser conveniente, incluso, para… para el ánimo, no volverse a encontrar con las mismas personas en las épocas de vacaciones, y volver a hacer lo mismo en el mismo apartamento, en la misma arena contaminada de la playa, y en el mismo paseíto de la tarde…?
Podría ser otra conducta, y conveniente, hacer otras cosas. Con el solo hecho de plantearse las vacaciones de otra manera que no sean las impuestas, las obligadas, las necesarias, las… las que obligan los propios recursos –véase casas, ofertas, oportunidades-… Podría ser. Realmente, podría ser… de otra forma.
Quizás sea un momento trascendente para que eso ocurra. Y el más apropiado según las condiciones celestes, por aquello de que es lo que ha brotado en la oración hoy. Y por aquello de que es lo inmediato que tenemos para responder.
Una conducta estelar. Bien sea aplicada a un espectáculo o a las estrellas, como quieran.
Una conveniencia universal.
Una esperanza ilimitada.
Todo ello, suena a Dios.


Ámen.


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