martes

Lema Orante Semanal


CADA SER ES UNA INSPIRADA Y POTENCIAL EXCEPCIONALIDAD
25 de junio de 2018

El Gran Misterio Creador… nos lleva a preguntarnos algo, de lo que no tengamos… respuesta; como, por ejemplo: ¿Por qué? ¿Qué necesidad –¿necesidad?- tenía la Creación, de gestar la Vida? ¿Por qué? ¿Para qué?

Preguntas de una consciencia poco evolucionada, cierto, pero… necesarias.

Al contemplar el Universo cercano –o hasta donde nos da la lejanía, por nuestra capacidad-, encontramos multitud de manifestaciones luminosas y oscuras.

Dicen… –precisamente- dicen los astrónomos, en reciente publicación, que cada vez vamos a estar más solos en el Universo.

Sí. Afirman que la expansión se hace cada vez más grande y se incrementa la velocidad en que se expande. Y, en esa medida, nos separamos cada vez más de otros elementos celestes, de luz –véase, para resumir, “estrellas”-. Y que, a este paso, dentro de 200.000 –o algo así- años –¡poco!-… estaremos por ahí, o por allí, rodeados simplemente –¿simplemente?- de materia y energía oscura.

Solos.



Podría ser, este planteamiento o visión, una historia, un cuento; ahora que tanto preocupa la soledad, y ya empieza a ser tan importante como el estrés, la obesidad, el tabaquismo, el alcoholismo… –los “hit parade” de la salud humana-.

¿Será… será que esa soledad es producto de esa precipitada huida de la Creación en su expansión…? ¿O no tiene nada que ver?

Pero volvamos a nuestra pregunta orante:

¿Para qué…? ¿Para qué gestar ese complejo y desconocido sistema que se llama “Vida”? Y en el que nos encontramos.

Una vida que, conscientemente, tenemos capacidad de maltratarla, de estropearla, de manipularla, de manejarla, de controlarla de… “travestizarla”…

Esa palabra no sé cómo se aplicaría, pero… no es un apelativo de condena o de maldad, no.  La vida travestizada debe de ser algo así como “la vida equivocada”, por ejemplo: que no sabe ni siquiera que está vivo; o, si lo sabe, no se atreve a vivirlo.

¡Bueno! Pero esto es un incidente nada más.

Lo cierto es que quizás –quizás, a falta de más datos- sea, la especie humana, una especie especialmente dramática, caótica y trágica; con signos de desespero, y muy poco –cada vez menos- sentido del humor y, por supuesto, del juego.

¿Qué necesidad había de complicarse tanto la Creación? Podíamos ser un planeta más, como tantos otros. Pero ¿por qué?

Y luego –a estas alturas de la película- se crean sociedades y estructuras demoledoras, potentísimas, que hacen que cualquier intento de originalidad –salvo excepciones, ¡salvo excepciones!- sea, tarde o temprano, absorbido… y vuelva a los cánones impuestos que se generan para manejar, controlar y manipular, el hombre, hacia el mismo hombre.

Eslóganes simples como “Vuelve a casa por Navidad” o “Han llegado las Vacaciones”, o cualquier otra banalidad, movilizan a millones y millones de seres.



La más mínima originalidad o excepcionalidad es perseguida, criticada, condenada…

Y es criticada y perseguida y observada, por los mismos que constituyen esa “excepcionalidad”. Sin duda, están muy contagiados por la fuerza de… el vivir actual.



El Sentido Orante nos pregunta: ¿Tiene sentido una rebelión excepcional, ante el descalabro monumental en el que gravita la especie?

¡Sí! Sí lo tiene; aunque hay que contar con el contagio, con la Pascua, el equinoccio, el verano, la Navidad… y las vacaciones, ¡claro!

¿Surgiría –así, a modo de pie de página- surgiría, esto de las vacaciones, como consecuencia del día del descanso del Señor? Como él descansó al séptimo día… ¿Vendrán de ahí las necesidades de descanso? Entonces, lo que ha hecho hasta entonces ha sido muy cansado, muy laborioso, muy… ¡muy duro!

¿De verdad creen… –se puede creer- que la Creación se cansa? ¿Trabaja duro… y necesita descansar?

¿O, más bien, por esa excepcional idea de Crear la Vida, el Misterio de los Misterios se sitúa en una posición diferente…?

No se va de vacaciones. “Se oculta”.

No descansa… porque no se cansa.

Se calla.

Mantiene su Misteriosa Presencia… como aguardando la excepción.

Ciertamente, es implacable con la vulgaridad.



Y el caso es que… cualquier expresión de vida tiene ese potencial de excepcionalidad. Que es como decir que, en la Creación, ¡se implica lo Creador!... ¡y aporta! –digamos que, “al menos”- su Inspiración.

Y decimos “al menos”, por encontrar una palabra que pueda estar a la altura. Y así, podríamos decir que cada ser de humanidad es un ser inspirado por el Misterio Creador.

Y llevamos esa inspiración. Y eso nos convierte potencialmente en “excepcionales”. ¡¡Y eso nos da la oportunidad de ejercitarnos como tal! ¡Pero bajo la óptica de esa Misteriosa Creación!

Pero ¿qué ocurre? ¡Ah!, no. El ser de humanidad ha recogido esa Inspiración –para resumir- Divina, y la emplea para su propia consciencia de renta, beneficio, ganancia…

Cree –en base a su razón- que esa inspiración que posee para ser excepcional es ¡suya! Y en base a eso, se endiosa, se proclama, se asegura. Y tiene las cosas claras…

En el fondo –y en la superficie- es un desafío a la Creación.



“¿Acaso… tú o tú o tú, crees que tu inspirado verbo, o belleza, o habilidad, o posibilidad… es producto de tu facultad, de tu esfuerzo, de tu trabajo?”.



Pues sí. La mayoría cree que sí.

Aunque un fácil razonamiento nos podría conducir a decir: “Pues si realmente es así, ¿cómo tu potencial de excepcionalidad es tan pobre que… no es viable? Tropieza, se cae, se equivoca… ¡Engaña, miente, oculta!…”.

¡Claro! Todo eso, posiblemente ocurre por la usurpación que hace, el ser, de su inspirada y potencial excepcionalidad. ¡No deja que esa inspiración se promueva como tal bajo la referencia de lo Divino!… sino que lo toma como posesión. De eso que se inventa, como “el destino” o “la libre y albedriada decisión”…



Quizás, esa inspirada excepcionalidad potencial que cada ser tiene es la expresión del Misterio Creador, que se muestra –y por ello la vida-, en cada ser, como expresión de él mismo. Y así, igual que se muestra en las galaxias, en los cúmulos, en las fantásticas y espectaculares muestras del Universo, también se muestra en el insólito acontecer de la Vida.

Y se muestra inspirándola… e inspirando a los seres, para que estos ¡contemplen la acción Creadora! Para que ¡creen!… en el sentido creativo, y ¡crean!… en el sentido animista; ¡como almas!

¡¡Que dejen de quererse como materia utilizable y desechable, y que accedan a amarse… como fluido excepcional inspirador!!

Que dejen de engañarse con palabras y posturas esquivas y poco claras.

¡Y que asuman su presencia en un Universo!… a sabiendas de que “el acontecer orante” es el recurso por excelencia para encontrarse con la esencia de la Inspiración, y del potencial que éste nos brinda para poder contemplar la Creación.

En este sentido, con estos elementos, es posible que, al orar, sea la propia inspiración –“la propia inspiración”- la que se diga a sí misma, la que contacte –sin pedir-, para así sentirnos realmente excepción ¡y ejercitarnos como tal!

Así que podríamos decir que, cuando nos disponemos a orar, es nuestra inspirada potencia la que se referencia, se sintoniza con su procedencia.

Dicho más simplemente: Dios se entiende muy bien con Dios. Congenian. No discuten. No se provocan, no se envidian.

Sea cual sea la forma en que se presente lo Divino, cuando esa forma busca sintonizarse con el Misterio, no discuten. ¡Es curioso! ¡No se engañan! ¡No mienten!

Cuando Dios se encara con Dios, su cara reluce; se funde; se hace inspiración permanente.

¡Y nos inspira!... Y nos aparta de lo vulgar, nos separa de lo claudicante, nos sitúa en la belleza.

Nos impulsa al arte para que, en su vibración, asumamos el Amar como la expresión más evidente de su inspiración y como la forma más contundente de la comunión de los seres.



Cada ser de humanidad, por su inspirado contenido –excepcional-, cuando ejerce en ese sentir, encuentra el motivo de vivir… en las referencias de otras inspiraciones que aspiran a ser realmente una excepción.



Así que el Amar… sería algo así como descubrir, la Inspirada Presencia, en el otro.

Y el “se”: “amar-se”, se correspondería con darnos cuenta de que, el otro, se da cuenta de nuestra inspirada potencialidad.

En cuyo caso, si así fuera –o si así es-, el hedonismo de “Amarse” tan solo es una treta para ‘hedonizarse’, personalizarse, individualizarse y caer en la cotidiana y consumida tragedia, drama, desespero e inquietud permanente.

.-Ya. Pero, entonces, ¿dónde queda la autoestima? ¡Tan de moda! El amarse, como signo de cuido y de…

.-Queda en el consumo, desde donde surgió.



La vida descubre su sentido de Amor cuando Ama, no cuando se ama a sí misma.



Si nos ejercitamos en esa posición, no habrá dudas, indecisiones y continuos cambios, típicos de haberse perdido; típicos, quizás, de la soledad –que hablábamos al principio-.

Cuando el ser se siente perdido, se confunde, se contradice, se insinúa –o no-, o piensa que sí, que tal vez…

Cuando está en el Amar y sabe que le Aman… no hay espacio para perturbarse.

Sólo la complacencia… es la renta.







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