miércoles

Lema Orante Semanal



Siempre será, “hoy”, medida de infinito, módulo de eternidad
5 de febrero de 2018
Cada día, con su amanecer, nos brinda una oportunidad insólita de vivir.

La manifestación de la luz es la muestra de un… nacimiento. Emana de la oscuridad sublime del Misterio.

Ese amanecer que nos despierta es la muestra de Amor de la Creación.



Es un momento excepcional, el nacer por Amor a través de un Misterio. Y de esta forma –orantemente- encarnamos cada día con su amanecer, sabiendo que la Vida es una excepción… absolutamente amorosa.

De esta manera nos expresamos a través de la jornada de la luz, con el afecto, el agradecimiento, la sonrisa…

No hay espacio para la discusión, la rabia, la obsesión o la tristeza.

Si somos una excepción, por el Amor que nace en cada amanecer, debemos dar testimonio de ello.

Además de la excepcionalidad, con ella, aparece Lo Nuevo. No somos los mismos que ayer. Hay un ligero toque original que nos hace distintos. La excepcionalidad siempre conlleva, cuando es evidente, una faceta nueva.



El Sentido Orante de hoy nos dice, en consecuencia, que somos una excepcionalidad nueva. ¡Hoy!

Lo excepcional y lo nuevo ¡no se puede vivir a plazos! ¡No se puede dejar para mañana! ¿Podemos acaso asegurar que mañana tendremos otra oportunidad?

La Creación se expresa ¡al contado!, y al contado tenemos que responder.

¡Ay! No dejemos el abrazo para mañana. No aplacemos el beso para más tarde. No dejemos lugar a la queja, y pongamos la evidente novedad que nos adorna.

Apartemos la acidez de la crítica que… nos disuelve, nos homogeneiza…

Lo excepcionalmente nuevo no… ¡no genera vulgaridad!, ¡no genera comodidad!, ¡no genera opulencia! Genera sencilla y evidente luminosidad.



La oración es portadora de las llamadas. Porque nos llaman para decirnos algo. Son las llamadas que nos iluminan el caminar.

Y así, los quehaceres de cada día, ¡hoy!, están teñidos por la excepcionalidad, por el nacer, por ¡lo nuevo!, por lo amoroso.

¡Ay! ¡Es tan fácil sentirse culpable, pobrecito, desgraciado…! Es muy fácil. Pero, “hoy”, el Sentido Orante nos habla de ¡valentía! ¡Llama a nuestras virtudes! ¡Reclama nuestras habilidades! ¡Nos recuerda “la Gracia” que nos han donado para ser vivientes!

Todo ello hace que, evidentemente, una excepcionalidad nueva y amorosa sea inolvidable.

Y se hace más aún inolvidable porque “hoy”, si mañana existe, será también “hoy”.

Y así podemos estar en el tiempo con el “hoy”, sin marca; sin suma y resta.



Si hacemos inolvidable “hoy”, todos los recuerdos que se vengan a la memoria se harán también… –“se harán también”- inolvidables. Y así empezaremos a vivir una excepcional vida que nace, que ama, Hoy, inolvidablemente.

Siempre será, “hoy”, medida de infinito, módulo de eternidad.



Y en esa excepcionalidad naciente y amorosa, sí voy a asumir mi entorno, y los sucesos, como la mejor opción.

Sí voy a dejarme guiar por lo evidente.

Sí voy a ser obediente a las señales que se me presenten.

Porque ¡no soy de mí! Soy, en el Universo. Soy, en la Creación. Soy, en la Nada.

Si soy de mí, me esclavizo; si soy de mí, me vanaglorio, me ‘egolatrizo’.

Si soy excepción que nace nueva, me muestro; no por mí, sino por la Creación, que así lo quiere.



Nada mío poseo, porque soy nuevo hoy. Y excepcional. Lo que diga que es mío, es una vanidad. Y aspiro, como excepción, a ser una luminaria… inolvidable.



El Verbo del Silencio nos anuncia que cada hoy es siempre, y nos permite el privilegio de escucharlo, de incorporarlo, de realizarlo.


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